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¿Lo merezco o no lo merezco?

Matutinas para Mujeres 2020

Se cuenta que cuando el rey Alfonso XIII estaba condecorando con el mayor de los galardones de la corona al escritor y filósofo Miguel de Unamuno, este le dijo:

-Es un honor para mí recibir esta condecoración que tan merecidamente se me otorga.

Al oír esto, el rey no pudo esconder su sorpresa. Estaba acostumbrado a recibir palabras de humildad por parte de los condecorados, así que le dijo:

-Caramba, don Miguel, es usted el primero que me dice eso. Hasta ahora, todos los homenajeados me habían dicho que no merecían tal honor.

Unamuno apostilló:

-Y probablemente no les faltaba razón.

De haber sido tú la galardonada, ¿crees que hubieras hecho lo mismo que Unamuno o todo lo contrario? ¿Te habrías identificado con la idea de no merecer tal honor? En el caso de las cuestiones espirituales, ¿será que realmente merecemos el premio que Jesús nos ofrece: la vida eterna? No, claro que no; nada tiene que ver con merecimiento sino con fe (es únicamente por gracia). La Biblia es muy clara en esto, así que no tenemos por qué estar confundidas al respecto. Para muestra, tres ejemplos:

«Aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia» (Rom. 11:5-6, RV60).

«Nadie podrá decir que ha cumplido la ley y que Dios debe reconocerlo como justo, ya que la ley solamente sirve para hacernos saber que somos pecadores. Pero ahora, sin la ley, Dios ha mostrado de qué manera nos hace justos, y esto lo confirman la misma ley y los profetas: por medio de la fe en Jesucristo, Dios hace justos a todos los que creen» (Rom. 3: 20-22).

«Ustedes, los que quieren ser reconocidos como justos por cumplir la ley, se han apartado de Cristo; han rechazado la generosidad de Dios. Pero nosotros, por medio del Espíritu tenemos la esperanza de alcanzar la justicia basados en la fe. Porque gracias a Cristo Jesús, ya no cuenta para nada estar o no circuncidados. Lo que cuenta es la fe, una fe activa por medio del amor» (Gal. 5:4-6).

No, no es por méritos, es por gracia, es por amor. Menos mal, porque de lo contrario no habría ningún premiado.

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe»

Efesios 2:8-9, RV60