Categories

Archivos

Crisis de pánico

Matutinas para Adultos 2020

«Mi corazón está dolorido dentro de mí y terrores de muerte sobre mi han caído»

Salmos 55:4

Una de las manifestaciones más intensas de un estado de ansiedad se observa en una crisis o ataque de pánico. Su aparición brusca e inesperada paraliza a quien la padece, restringiendo las actividades normales de su vida. Los síntomas suelen confundirse con un ataque cardíaco, por lo que quien experimenta fuertes palpitaciones, sensación de asfixia, sudoración, mareos, náuseas y/o miedo intenso a morir, acude normalmente a un servicio de Urgencias en el hospital, pensando que su vida está en peligro.

Sin embargo, por lo general, la evaluación médica muestra que no existe riesgo vital y que se trata de una crisis de pánico. Si los episodios se hacen recurrentes, se habla, entonces, de un trastorno.

En el desencadenamiento del pánico, sin lugar a dudas, los pensamientos tienen una función muy importante. Por esta razón, para tratar una crisis, se recomiendan distintas técnicas psicológicas. Entre aquellas más efectivas, se encuentran las que se centran en identificar los pensamientos erróneos y cambiarlos por otros más racionales, como por ejemplo, reemplazando la idea de un ataque cardíaco por pensamientos como «es solo ansiedad», «varios profesionales me lo han dicho», «que el corazón lata más fuerte no significa que vaya a sufrir un infarto» y otros similares. Otros especialistas recomiendan acompañar el cambio de pensamientos con ejercicios de relajación y una lenta respiración diafragmática, lo que colaboraría con una disminución más marcada de la ansiedad.

La cita bíblica de hoy pareciera describir la sensación de muerte que experimenta una persona que atraviesa un ataque de pánico. «Mi corazón está dolorido dentro de mí y terrores de muerte sobre mi han caído», dice David. En su caso, también el salmista pareciera utilizar el cambio de pensamientos como método de sanación.

Puede observarse cómo sus pensamientos se reorientan desde su malestar, hacia Aquel que puede proporcionar reposo en medio de la aflicción. «En cuanto a mí, a Dios clamaré, y Jehová me salvará. En la tarde, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz» (Salmos 55:16-17). Aun así, no se trata de un simple trueque de pensamientos, sino más bien, de la seguridad de contar con un amigo de confianza que lo puede socorrer en todo momento y lugar.

¿Necesitas dar un giro a tus pensamientos? Pídele a Dios que te ayude a quitar la atención de aquello que te angustia. Puedes alzar tus ojos al cielo y confiar que Dios te socorrerá. No se adormecerá ni se dormirá el que té guarda de todo mal (Salmos 121:1, 4, 7). «Él guardará tu alma desde ahora y para siempre» (vers. 8).