«Jesús llamó a sus doce discípulos, y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias».
Mateo 10:1
-Después de haber estado en el desierto, Jesús se dirigió a donde estaba la gente —inició el culto la mamá—. Cuando Juan el Bautista lo vio de nuevo, lo reconoció y dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Había quienes, en ocasión del bautismo de Jesús, habían sido testigos de la manifestación de Dios, y cuando lo vie ron de nuevo, notaron que su rostro reflejaba la gloria del Cielo.
Dos discípulos de Juan, al escuchar que Jesús era el Mesías que tanto habían esperado, se acercaron y le preguntaron dónde vivía; eran Juan y Andrés, que se convirtieron en sus primeros discípulos.
-¿Eran los hijos del trueno? —preguntó Mateo.
-No, a Juan y a su hermano Santiago se los conocía de esa manera por el carácter que tenían; Andrés era hermano de Simón Pedro -explicó la mamá-, a quien fue a avisar que habían encontrado al Mesías. Este creyó y siguió también a Jesús. Al día siguiente, Jesús vio a Felipe y lo invitó a seguirle, este avisó a Natanael que había encontrado al Mesías.
Poco a poco se fue formando un pequeño grupo alrededor de Jesús. Se sumaron Tomás, Mateo, Santiago hijo de Alfeo y Tadeo, Simón el cananeo y Judas Iscariote. En total, fueron doce los discípulos más allegados a Jesús que estuvieron aprendiendo de él durante todo su ministerio.
-¿Pero Jesús tuvo más discípulos? —preguntó Susana.
—Sí, tuvo muchos discípulos, pero estos doce fueron los que estuvieron más cerca de él, y que continuaron su ministerio. Nosotros también somos discípulos de Jesús, pues somos sus seguidores, y es así como se va haciendo grande la iglesia que espera el pronto regreso de Jesús —concluyó la mamá.
Tu oración:
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¿Sabías qué?
Todos los discípulos de Jesús eran de Galilea con excepción de Judas Iscariote.