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Cuidado con los ídolos

Matutinas para Jóvenes 2020

«Hijo mío, si los pecadores quisieran engañarte, no te dejes llevar por ellos»

Proverbios 1:10

Mientras estaba en la fila para comprar las entradas en cierto museo, noté que algunas personas murmuraban con notable emoción y se volvían hacia donde yo estaba. Además, un hombre robusto y con el rostro serio no me quitaba la mirada de encima. Traté de ignorar lo que pasaba, pero al poco rato me empecé a incomodar un poco. También advertí que, a cierta distancia, mi esposa trataba de hacerme algunas señales para decirme algo, sin embargo, yo no entendía nada. De pronto, mi esposa se me acercó y me dijo al oído que justo delante de mí estaban dos populares actores de televisión.

La verdad es que ambos jóvenes me parecieron de lo más normal. Es más, si no me hubieran dicho quiénes eran ni siquiera me habría percatado de que delante de mí había dos estrellas del mundo del espectáculo.

¿Eres fan de algún personaje del cine o la televisión? ¿Te has preguntado por qué muchos jóvenes coleccionan fotografías de este tipo de personas? ¿Por qué estas figuras de la sociedad aparecen como modelos y ejemplos a seguir?

La razón es que se han convertido en figuras de culto del mundo contemporáneo. Es decir, una cosa es la admiración y el reconocimiento que recibe un artista cuando muestra un talento sobresaliente; y otro muy distinto, la sobredimensión que se hace sobre un personaje llevándolo a niveles grotescos, como manifestarles una especie de devoción religiosa. En realidad, este tipo de religiosidad es bastante reveladora ya que, debido a las nuevas formas de religión, hoy por hoy, la gente del mundo del espectáculo -ya sean deportistas, cantantes, actores- llega a recibir la reverencia que únicamente merece Dios.

Josué hizo una invitación al pueblo de Israel: «Por lo tanto, ahora vosotros entregaos al Señor y servidle fielmente. Deshaceos de los dioses que vuestros antepasados adoraron al otro lado del río Éufrates y en Egipto, y servid sólo al Señor» (Josué 24:14, CST). Si no lo hacían, la presencia de Dios se apartaría de ellos y quedarían a merced de las tentaciones de Satanás. Lamentablemente, el pueblo de Israel persistió en sus idolatrías durante mucho tiempo hasta que fueron llevados cautivos a Babilonia en el año 586 a.C.

¿Tienes alguno de estos «ídolos» contemporáneos en tu habitación? ¿Están ocultos en el cajón de tu mesa de trabajo? En ese caso, te invito a confesar al Señor tus faltas y pedirle que saque a esos ídolos de tu vida. Que nadie ocupe el lugar de privilegio que únicamente corresponde al Padre celestial.