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Matutinas para Adultos 2020

«Porque ahora quebraré el yugo que pesa sobre ti, y romperé tus cadenas»

Nahúm 1:13

Amanda Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight sufrieron las mismas atrocidades durante más de diez años. Vivían en el resplandor de su juventud cuando fueron secuestradas por un hombre que las mantuvo cautivas en una casa de Cleveland (Ohio, EE.UU.). Atadas con cuerdas y cadenas eran maltratadas, violadas y golpeadas, regularmente.

Como consecuencia de ello, sufrieron reiterados embarazos y abortos, sobreviviendo una niña a ese brutal infierno. Hasta que un día de primavera, el raptor salió de la casa olvidando cerrar la puerta del dormitorio de Amanda.

Sin pensarlo dos veces, se armó de coraje para llegar hasta la vieja puerta de entrada, por donde pudo atravesar su brazo y pedir auxilio. Un vecino le ayudó a derrumbar la puerta y llamar por teléfono a emergencias. Minutos más tarde, bajo un despliegue policial, las mujeres recluidas quedaron libres de sus cadenas.

Estas jóvenes requirieron de mucho apoyo para reconstruir sus vidas. Siendo muy diferentes entre sí, una sed de justicia las unía, e individualmente debieron enfrentar el tema del perdón. «Creo que es necesario perdonar para seguir adelante con la vida», dijo Gina en una entrevista.

En el programa televisivo Beyond Candid with Giuliana, Michelle enfatizó que perdonaba al secuestrador «en todo sentido», comparando el hecho con «cambiar la suciedad en oro». Sin embargo, Amanda se resistió a perdonar, según lo comunicó a ABC New’s.

¡Diez años de su vida injustamente encadenada! ¿Valía la pena seguir atada al perpetrador, esta vez, a través de la rabia y el rencor? La historia de estas jóvenes es, a la vez, impactante y aleccionadora. Según expresan en la autobiografía, Hope: A Memoir of Survival in Cleveland [Esperanza: Una memoria de supervivencia en Cleveland], con esperanza es posible sobrevivir a semejante horror.

Pero, principalmente, esta historia enseña que el perdón no depende de la gravedad de la ofensa, sino más bien, del poder de elección. ¿No vivieron similares ultrajes? ¿No fueron víctimas del mismo abusador? Es cierto que el perdón no elimina el maltrato, ¡pero puede transformarlo en algo mejor! Esta dolorosa historia puede ser reconocida como una historia de liberación, no solo de la casa de Cleveland, sino del odio y del resentimiento.

Tal vez tú conozcas a alguien que ha sobrevivido a algún maltrato u opresión. Aun así, pueden quedar las cadenas de una vida amargada por el recuerdo del sufrimiento vivido. Muéstrale que es posible vivir una vida libre si decide dejar espacio para el perdón.

Recuerda que no depende de la gravedad del daño, sino de una decisión. El perdón es el modo que Dios ofrece para romper las cadenas del rencor.