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Reparar el daño

Matutinas para Adultos 2020

«Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda»

Isaías 1:17, RVR 1960

Richard Luttrell tenía dieciocho años y acababa de graduarse del ejército estadounidense cuando partió rumbo a Vietnam. Corría el año 1967 cuando peleó su primera batalla y tuvo su primer encuentro con un soldado enemigo. Simplemente se apuntaron de manera amenazante y Richard disparó primero, causándole una muerte instantánea.

El cadáver yacía a sus pies, ensangrentado y, a su lado, una pequeña foto del tamaño de un sello postal. La imagen era la del soldado junto a una niña pequeña, seguramente, la hija del vietnamita. Siguieron otras batallas y otros encuentros, hasta que Richard recibió una herida que le significó el retorno a casa.

Un retorno cargado de aterradores episodios, pero ninguno tan tormentoso como el que le recordaba la minúscula foto. En cierta ocasión, trató de desprenderse de ella, dejándola, junto a una esquela, sobre el monumento conmemorativo para los excombatientes de Vietnam, en Washington DC (EE. UU.).

En pocas líneas, pedía perdón al soldado por haberle quitado la vida, y a la niña, por haberla privado de su padre. Pero alguien encontró la carta y la publicó en un periódico; y posteriormente ubicó a Richard para devolverle la foto. ¡No podía librarse de ella ni de sus acusadores recuerdos!

Fue entonces cuando decidió buscar a la niña desconocida para pedirle perdón personalmente. Diversas coincidencias se combinaron hasta que finalmente la encontró. Habían pasado treinta y tres años desde aquel incidente en Vietnam. Entonces, Richard Luttrell y Lan Trong Ngoan se encontraron.

-Hubiese preferido haber muerto yo en aquella batalla -le dijo con angustia y llanto–. Lo siento mucho. Espero que me perdone.

Así fue como Richard recuperó la paz.

Algunas veces creemos que con sentirnos arrepentidos es suficiente, que alcanza con cambiar el rumbo de acción. Hemos sido sinceros al confesar nuestras faltas a Dios y esperamos cerrar el capítulo y cambiar de página, sin mayor complicación. Sin embargo, la cita bíblica de hoy señala el deber del arrepentido. ¡Debe reparar el daño causado en la medida que esté dentro de sus posibilidades! Richard Luttrell hizo todo lo que estuvo a su alcance para restituir, moralmente, a la familia del agraviado.

«La solicitud de perdón del ofensor a la víctima requiere reconocimiento del daño realizado, arrepentimiento, compasión con la víctima y solicitud de indulgencia, así como algún tipo de reparación. Solo así se puede conseguir descargar el malestar emocional experimentado», sostiene Enrique Echeburúa, catedrático de psicología clínica de la Universidad del País Vasco.

Que Dios nos ayude a pedir perdón y a reparar, en lo posible, el daño a quien hayamos perjudicado.