«Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo»
Lucas 17:3-4
Este pasaje bíblico se refiere, básicamente, a perdonar al ofensor arrepentido, siete veces al día, cada día, es decir, todo el tiempo. ¿Qué persona podría ofender tantas veces de manera tan frecuente?
Lo más probable es que se trate de algún familiar o alguien con quien se pasa una gran parte del día. ¿Será sencillo perdonar a quien te menosprecia constantemente o a quien te perjudica justificando su proceder como si fuese correcto?
Se estima que un 30% de las mujeres del mundo es capaz de perdonar al mismo ofensor una y otra vez. Su ofensor, muchas veces la agrede verbalmente y otras, lo hace de manera física o sexual. ¡Se trata de su propia pareja! Pero luego de descargar la tensión acumulada a través de la violencia, el ofensor muestra arrepentimiento, le pide perdón, se pone cariñoso, promete no volver a lastimarla y es amable con ella, «con la condición de que no lo vuelva a provocar».
La capacidad de estas mujeres de perdonar es incuestionable, sin embargo, el perdón no significa que la víctima deba exponer su integridad ante la violencia. «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?» (1 Corintios 6:19). La violencia doméstica constituye un grave problema de salud pública que requiere seria consideración.
En la campaña Reconoce la violencia convocada por la ONU, se proporcionaron algunos consejos prácticos sobre cómo prevenir y reaccionar ante los primeros signos de violencia. «Tienes un solo modo de cambiar a tu novio violento: cambia a tu novio»; «No te cases con un hombre violento.
Los niños aprenden rápidamente», divulgaban. Pero, ¿qué sucede cuando el vínculo se ha consolidado y/o hay niños que sufren, en medio de esta relación? Parafraseando el versículo de hoy podríamos decir: «¡Ten cuidado! Si tu pareja te agrede, repréndelo; pero si cambia de actitud, perdónalo… Si siete veces viene a decirte: “No lo volveré a hacer”, perdónalo cada vez que sea necesario».
En otras palabras, el perdón es indiscutible. Aun así, es necesaria la reprensión, la advertencia, el llamado de atención y una forma muy importante de hacerlo es a través de ayuda profesional y/o denuncia policial.
Si eres una de esas mujeres, no dudes en perdonar. Sin embargo, recuerda que eres templo de Dios y la reprensión junto con el auxilio exterior ayudará a cuidar tu integridad.