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Nadie os quitará vuestro gozo

Matutinas para Adultos 2020

«También vosotros ahora tenéis tristeza, pero os volveré a ver y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo»

Juan 16:22

El desánimo y la depresión aparecen expresados en multitud de textos bíblicos y como estado de ánimo que afecta a ciertos personajes bíblicos, muchos de ellos bondadosos. También nos toca en nuestros días sufrir los síntomas de la depresión en algún momento o lugar. Pero hemos de expresar que Jesús de Nazaret es la solución definitiva al problema del desánimo, la tristeza y la depresión.

Jesús nació con las «nuevas de gran gozo» que anunciaron los ángeles en Belén. En su vida y ministerio Jesús extendió su gozo a todos los que encontró en su camino, especialmente a quienes más lo necesitaban. Jesús impartió gozo al leproso que se arrodilló frente a él y le pidió sanidad.

Jesús curo milagrosamente al criado del centurión y llevó gozo a esa casa. Jesús repartió gozo aquel sábado en Capernaum restableciendo a la suegra de Pedro y a infinidad de enfermos. Jesús revistió de gozo a aquel paralítico en camilla que recibió el perdón y la salud total. Jesús comunicó gozo dándoles vista a esos dos ciegos que, sentados junto al camino, imploraban compasión.

Jesús transmitió gozo a aquel hombre con la mano tullida que se encontró un sábado en la sinagoga. Jesús lleno de gozo el hogar de aquella cananea que le rogó sanara a su hija endemoniada. Jesús convirtió la gran comida de los cuatro mil en una ocasión feliz. Jesús llenó de gozo la vida de aquel muchacho endemoniado a quien los discípulos no pudieron sanar… y una larga lista de actos de gozo que si se escribieran todos «ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir» (Juan 21:25).

Las reservas del gozo de Jesús no se agotaron en su tiempo. Ese mismo gozo está hoy disponible para ti y para mí. El sigue interesado en que gocemos de su compañía y de sus bendiciones. Es cierto que a veces el enemigo se interpondrá y habremos de sufrir, pero Jesús nos invita a levantar la mirada con la certeza de aunque estemos tristes, nuestra tristeza se convertirá en gozo (Juan 16:20) y de que cuando él vuelva, se gozará nuestro corazón y será el día cuando nadie ni nada nos arrebatará nuestro gozo (vers. 22).

Ya sea de cara al presente o de cara al futuro, el Señor nos ofrece promesas seguras de alegría, gozo y felicidad: «Él llenará aún tu boca de risas, y tus labios de júbilo» (Job 8:21).