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Arrebatados del incendio

Matutinas para Adultos 2020

«Entonces dijo Jehová al Satán: «¡Jehová te reprenda, Satán! ¡Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda! ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?»»

Zacarías 3:2

Era la medianoche del 9 de febrero de 1709 cuando la casa del pastor Wesley se vio envuelto en llamas.

—¡Fuego! ¡Fuego! -gritaba la gente de Epworth.

Pero la familia dormía profundamente. Minutos más tarde, unos escombros encendidos cayeron sobre la cama de una de las niñas, quien de un sobresalto, corrió al dormitorio de sus padres. Tomaron al bebé, llamaron a los otros niños y salieron presurosos de la casa.

Sin embargo, el pequeño John, de cinco años y medio, siguió durmiendo; y aunque intentaron rescatarlo, no fue posible traspasar el muro de fuego que lo rodeaba. Conscientes del peligro inminente, la familia se arrodilló en el jardín, clamando a Dios por la vida del niño.

Al instante, se asomó por la ventana del segundo piso. Con una improvisada escalera humana lograron salvarlo apenas unos segundos antes de que se desplomara el techo.

Desde entonces, se consideró a John como «un tizón arrebatado del incendio» (Zacarías 3:2), cuya vida, conservada milagrosamente, tenía un propósito para Dios. Aunque era muy pobre, logró estudiar en las universidades de Chaterhouse y Oxford. Eran tiempos difíciles para la sociedad británica, ya que abundaban los extremos sociales, la pobreza, la promiscuidad, el abuso y las epidemias.

Con todo, John Wesley se despertaba muy temprano para estar en comunión con Dios, tener la sabiduría necesaria para aliviar a los más pobres y llevarles el mensaje de salvación. Para alcanzarlos, recorría grandes distancias a pie o a caballo; ni la lluvia ni la nieve lo detenían.

Durante 54 años, en promedio, recorrió 7000 kilómetros y predicó 780 sermones, al año. También escribió 230 libros, enseñando a chicos y grandes, ricos y pobres que la religión no consiste en métodos o rituales, sino en vivir en intimidad con Dios.

De manera similar, cada pecador arrepentido puede considerarse un tizón arrebatado del incendio. «Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del […] fuego ardiente» (Daniel 3:17). Y si puede librarnos de eso, también puede librarnos de todo mal.

La inmoralidad que existe en el mundo, el engaño, el desenfreno y la maldad no alcanzarán a corromper a quien haga de Dios su amigo inseparable. Es más, un noble propósito inspirará la vida de aquellos que vivan junto al Salvador.

¿Tienes el gozo de haber sido rescatado del fuego eterno? ¿Te has visto libre de todo mal? Descubre con Cristo el propósito para tu vida: un trabajo noble te espera con seguridad.