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¡Trágame, tierra!

Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno

Efesios 3:6

¿Alguna vez dijiste algo e inmediatamente tuviste ganas de que te tragara la tierra?

Cierta vez hice un comentario del que hasta ahora me avergüenzo. Estábamos trabajando en una comunidad en Brasil y uno de mis amigos me escuchó decir algo negativo e inapropiado. Me reprendió. Él tenía razón, así que tragué mi orgullo y usé esa oportunidad para grabar la importante lección.

Por eso, en mi Biblia, al lado de este texto, coloqué las letras BR, para no olvidar nunca esa verdad que tenía que tener presente siempre, pues lucho mucho con lo que se me escapa al hablar y también con algunos temas de conversación que sé que no debería alimentar. Ese episodio quedó entre mi amigo y yo. Pero ¿cuántas veces nuestro descuido enciende fuegos muy difíciles de apagar? ¿Cuánto daño hacemos al hablar sin pensar?

“¡Cuán cuidadosos debiéramos ser, para que nuestras palabras y actos estén en armonía con las sagradas verdades que Dios nos ha encomendado! […] Cuando se asocien entre sí, pongan guardia a sus palabras. Que su conversación sea de tal naturaleza, que no tengan necesidad de arrepentirse de ella” (La voz: su educación y uso correcto, p. 118).

“Pocos se dan cuenta, de que ahuyentan al Espíritu de Dios con sus pensamientos y sentimientos egoístas, y su conversación necia y frívola. […] La pureza en la conversación y la verdadera cortesía cristiana, deberían practicarse constantemente” (ibíd., pp. 118, 119).

Hoy, conscientemente, midamos nuestras palabras. Seamos agentes de bendición con ellas y, si podemos, apaguemos los “fuegos” también.

Podemos ser combustible que alimente las llamas, o agua que las apague. Para esto, se requiere un examen cuidadoso no solo de conciencia, sino de todo lo que compartimos en las redes, lo que comentamos en las fotos u otras publicaciones, lo que fomentamos con esas acciones, e incluso a quiénes seguimos.

Hoy decimos más con nuestra conducta en las redes que con comentarios verbales, cara a cara. Aunque ciertas interacciones se estén perdiendo por el protagonismo que gana el mundo virtual, debemos cuidar nuestra lengua y también los teclados de nuestros dispositivos. Pero Dios promete darnos sabiduría y control, para que ese elemento sea usado con poder a favor del bien.

Carolina Ramos es oriunda de Entre Ríos, Argentina, y está terminando sus estudios para ser maestra de inglés, maestra de música y traductora. Disfruta de trabajar en los diferentes ministerios de la iglesia, especialmente con los niños y adolescentes. También le gusta viajar, acampar, estar en la naturaleza, leer, tocar el piano y el oboe, y cantar. Carolina procura siempre extraer lecciones de lo chiquito y de lo grande, ver al Dios de los milagros presente en cada ámbito de nuestra vida; y espera con ansias la Segunda Venida.