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Credenciales y documentos

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios.

Romanos 1:1

Pablo inicia su carta a los Romanos presentando sus documentos, de «siervo», de «apóstol» y de «apartado». Pablo como siervo. La palabra «siervo» en el griego original es mucho más fuerte que la que usamos hoy. Literalmente significa «esclavo». Se estima que había unos tres millones de esclavos en el Imperio Romano.

El esclavo era considerado un objeto y no una persona. Podía ser comprado y vendido. El esclavo carecía de todo derecho y estaba sometido de manera absoluta al dominio de su dueño. En el caso de Pablo no era un amo determinado, ni el César. Era Cristo, el verdadero Señor del universo a quien servía en voluntaria elección y amorosa dependencia. El apóstol utiliza varias veces esta expresión en sus Epístolas, incluso la aplica a todos los creyentes que pertenecen a Cristo: «Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres» (1 Cor. 7: 23; cf. 6: 20).

Pablo como apóstol. En contraste a su anterior credencial, también usa la de «apóstol». Esto significa que él había sido enviado como mensajero y con autoridad para cumplir una misión especial. Los emperadores y reyes tenían sus emisarios y representantes. Únicamente quien había visto al Cristo podía ser apóstol. Pablo vio a Cristo en el camino a Damasco y fue allí que Cristo lo llamó a ser «el apóstol a los gentiles» (Rom. 11:13; cf. 1 Tim. 2: 7; 2 Tim. 1: 11).

Pablo como apartado. Esto quiere decir «separado de los demás». Cuando era un rabí (maestro) judío, fue «apartado» como fariseo para las leyes y tradiciones judías. Pero cuando se rindió a Cristo, fue apartado para el evangelio y su ministerio. «Evangelio» significa «buenas nuevas», las de que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó; y ahora puede salvar a todos los que confían en él.

Para un ciudadano romano, presentarse como siervo, o esclavo, era algo totalmente inadmisible; pero Pablo prefirió presentarse así. Esta credencial, para él, más que un deber era un honor. Desde aquel mediodía en Damasco cuando de rodillas le había preguntado al Señor qué quería que hiciera, siguió haciendo esa misma pregunta todos los días, yendo, o no, adonde el Señor le indicara; haciendo, o dejando de hacer, según la voluntad de Dios, ya fuera en el camino, en una nave, en una iglesia o en una cárcel.

Con alegría y fe, Pablo fue un siervo para obedecer, un apóstol para misionar y un apartado para vivir en y por el evangelio. ¿Puedes ponerte de rodillas ahora? ¿Puedes elevar tu mente a Dios en oración? ¿Te animas a preguntar: «Señor, ¿qué quieres que haga?» Hazlo ahora. Dios te responderá.

Bruno Raso es un líder de destacada trayectoria, que ha servido como pastor distrital, administrador, evangelista y orador del programa "Reavivados por su Palabra". Actualmente se desempeña como vicepresidente de la División Sudamericana.