Categories

Archivos

¿Dónde están los papás?

“El Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a él le agrada”

Salmos 37:23

Estaba sentada frente a mí, con apenas catorce años de edad y varias expulsiones de la escuela. Llegó a mi consulta más por obliga­ción que por decisión propia. Aunque venía con antecedentes de re­beldía y brotes de ira incontrolada, sus ojos tenían una chispa de dulzura y de inocencia. 

Comencé a escuchar su caso. A su edad había tenido varias parejas; por supuesto, mayores que ella. Los reportes escolares hacían alusión a compor­tamientos atrevidos con los chicos y enojo con las chicas. Allí estaba una madre afligida y con un sentido elevado de culpa, preguntándose y preguntándome qué había hecho mal. Durante el proceso de terapia, varias veces solicité la presencia del padre y… ¡qué sorpresa!, era totalmente ajeno a la situación de su niña. Él consideraba que las madres son las que deben encargarse de educar a las niñas; él solo actuaba como proveedor de bienes materiales y nada más.

La niña de ojos dulces tenía una explicación clara para su situación: “Mi papá no me quiere porque siempre esperó tener un varón. Él piensa que las mujeres somos tontas y solo servimos para tener hijos y cuidar la casa”. ¡Cuánto daño puede causar un padre ausente en la vida de sus hijas! La figura masculina, específicamente la del padre, es vital. Las madres debemos estar conscientes de esto y promover las relaciones afectivas de los padres con sus hijas, pues a través de ellas se encuentra un sano equilibrio personal y relacional. 

Cuando el padre está ausente, las hijas crecen con un vacío existencial que buscarán llenar de algún modo. Desarrollan un concepto frágil de ellas mismas, lo que las lleva a tener relaciones afectivas con hombres mayores, con el con­sabido riesgo que esto supone. La niña que se relaciona bien con su padre tiene un buen modelo de lo masculino, y este modelo será el que la guiará y moti­vará en sus relaciones futuras con los varones. Las hijas que crecen teniendo una relación sana con su padre son menos propensas a convertirse en madres adolescentes, experimentar depresión, consumir drogas y alcohol, desarro­llar problemas de imagen corporal e involucrarse en actividades delictivas.

¿Qué te parece si oramos por los papás que crían a sus niñas con alto sen­tido de responsabilidad y también por aquellos que, por desconocimiento, no han asumido este gran privilegio?

Erna Alvarado Poblete es licenciada en Pedagogía y Psicología educativa; tiene un máster en Relaciones familiares y estudios de postgrado en Desarrollo humano. Es conferencista y autora de varios libros, entre ellos Reflexiones para la mujer, de este mismo sello editorial. Aunque nacida en Chile, lleva cuarenta años viviendo en México.