«Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies»
Romanos 16:20
«APLASTAR» ES HACER QUE algo quede plano, deformado o reventado a causa de un peso muy grande o de la presión que se ejerce sobre ello. Además, significa derrotar sobradamente a alguien en una lucha, discusión o enfrentamiento.
Pablo dice que este aplastamiento ocurrirá muy pronto, y que será la última batalla del gran conflicto contra el mal y su derrota definitiva. El aplastado será el mismo Satanás, llamado el maligno, el dragón, la serpiente antigua, el tentador, el príncipe de este mundo y el acusador de los hermanos.
El principal objetivo del enemigo es frustrar el plan soberano de Dios y destruir a su pueblo. Sabe que le queda poco tiempo, y como león muerto de hambre ha salido para devorar a todos, y si fuera posible, incluso a los escogidos (1 Ped. 5:8; Mat. 24:24; Mar. 13:22).
El enemigo ciega la mente de los incrédulos, tiene las fuerzas del mal bajo su control. Busca siempre seducir, tentar, destruir; fomenta la indiferencia, la infidelidad y la idolatría. Sin embargo, y pese a su poder, es un enemigo vencido varias y definitivas veces, Jesús lo ha vencido en el desierto, en la cruz, en la tumba, y puede vencerlo contigo cada vez que te pongas de su lado.
El apóstol va más allá todavía, y dice que Satanás estará bajo nuestros pies. A quien lo hiere no le gusta la guerra, es el Dios de paz, quien va a culminar este triste proceso de pecado. ¡Cuántas veces el archienemigo hace tropezar el pie de los incautos y engaña el corazón de los ingenuos! No obstante, su final será ser aplastado por aquellos a quienes él atribuló. Será Dios quien lo aplaste bajo nuestros pies, ya que el enemigo no logró derrotarnos, por gracia de Dios, Si Jesús hubiera cedido, aunque hubiera sido a una sola tentación, entonces sí se habría erguido con la victoria.
La lucha aún continúa. Nuestro adversario no da tregua, él hostiga y asedia severamente a los hijos de Dios. No podemos esperar buenos tratos de él, pero una noticia nos fortalece:
«Hay ángeles sumamente poderosos que estarán con nosotros en todos nuestros conflictos si tan solo somos fieles. Cristo derrotó a Satanás en nuestro favor en el desierto de la tentación. Él es más poderoso que Satanás, y en breve lo aplastará bajo nuestros pies» (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 576).
El Señor promete estar hoy a nuestro lado. Que nosotros podamos estar siempre a su lado sabiendo que el enemigo tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en el poderoso nombre de Jesús.