“Y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre del Señor”
Hechos 22:16
Jessica pospuso su bautismo durante varios años, pero no fue por falta de aliento. A veces su mamá se sentaba junto a su cama en las noches y le decía que el resto de su familia estaría en el cielo, y que seguramente ellos también querrían que ella estuviera allí. Finalmente, cuando tenía quince años, Jessica regresó de un viaje misionero decidida. Su relación con Dios era sólida y quería expresar lo que sentía en su corazón.
“Mi bautismo fue surrealista –cuenta ella–. Era tímida, por lo que tanta atención me apabulló. En otro sentido, también quería asegurarme de poder cumplir con mi parte del “trato”. Sé que eso puede sonar como una tontería, porque el bautismo no es una “negociación” y nadie es perfecto”.
“Bautizarse es un gran paso”, responde una de las amigas de Jessica, aunque Jessica no estuvo de acuerdo.
“Yo ya había dado los pasos más grandes –comenta Jessica–. Ese fue solo un pequeño paso final”.
Si me permites la comparación, el bautismo es algo así como el beso al final de una boda. Es una celebración de un amor que ya vive en ti. Cuando una chica le dice a su novio: “Daniel, nos tenemos que besar luego de decir los votos”, se trata más bien de parte del romance y no de una orden.
La manera en que vemos a Dios marca todo en nuestra vida. Sermones como el que escuché sugiriendo que el bautismo es necesario para la salvación, son síntomas de una falta de comprensión. Si alguien cree que Dios impone condiciones para derramar su amor sobre él o ella, se relacionan con Dios por miedo y no por gratitud, por sentido del deber y no por deleite.
El bautismo no es un requisito, sino una promesa. Pablo nos dice que si morimos con Cristo, también viviremos con él, y el pecado y la muerte ya no tendrán poder sobre nosotros. Al tener una nueva vida a través del Espíritu Santo, podremos enfocarnos en lo que realmente importa.
Al igual que el beso al final de una boda, el bautismo es la celebración de una relación profunda y anterior con Cristo. ¿Qué representa entonces el bautismo para nosotros? Besar nos ayuda a liberar endorfinas y es una muestra de afecto entre dos personas; pero, ¿qué hace el bautismo? Nos une espiritualmente con Cristo, y nos promete una nueva vida en él. Para la gente que nos quiere, es una visualización de nuestra entrega al Señor.