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Vive la différence

“Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo”

Gálatas 3:28

E Pluribus Unum: “De muchos, uno”. Esta es una frase del latín que me parece que funciona muy bien para el cuerpo de Cristo. Pero ¿significa esto uniformidad? ¿Debería nuestra religión hacernos a todos iguales?

Por lo general, en lo que concierne a raza, cultura o edad, no nos interesa mucho aquello que no coincide con nuestros gustos, nuestra visión de las cosas o nuestras experiencias. Y aunque no hay una regla que diga que tengo que disfrutar de cierto tipo de música tanto como disfruto de otra, todos perdemos cuando nos mostramos contrarios a algo simplemente porque no es a lo que estamos acostumbrados. Las líneas divisorias entre las personas tal vez no son más que simples diferencias culturales y antecedentes étnicos, líneas distorsionadas por presunciones y presuposiciones.

Reflexionando específicamente sobre cuestiones raciales, el artista de hip-hop Toby Mac dijo en una ocasión: “Entiendo filosóficamente a qué se refieren algunos cuando dicen que son daltónicos, pero creo que lo que realmente necesitan es aprender a apreciar la cultura de los demás, los colores de nuestra piel, las diferencias entre los que estamos en cada tipo de comunidad.

“Lo explicaré de otra manera: ¿Quiere esto decir que la música góspel debería desaparecer porque somos uno? ¡De ninguna manera! Esta es una tradición extraordinaria. Esas diferencias son las que nos hacen ser hermosos juntos. No se trata de decir que todos somos iguales, sino de aceptar el hecho de que todos tenemos diferentes tonos de piel y sentimos y respondemos de manera diferente. Incluso debemos estar dispuestos a conversar sobre temas que a corto plazo pueden provocar sentimientos de ira y amargura. […] A veces hay que conversar antes de comenzar a sanar” (CCM Magazine, mayo de 2007).

Vive la différence. Esta frase francesa significa: “¡Que vivan las diferencias!” Cuando viajo, nada me parece más trágico que descubrir que todo se ha homogeneizado y estandarizado, y que la vista desde el hotel no es diferente a la vista desde cualquier otro lugar. ¡Qué aburrido! Ya sea debido a la edad, los gustos o la cultura, nuestras diferencias deben ser celebradas, aceptadas y apreciadas. Mientras nos respetemos y elevemos mutuamente, es bueno ser diferentes, porque el carácter y la personalidad de Dios son demasiado vastos para reflejarse en un mismo y único recipiente.

Tompaul Wheleer tiene un máster en Cinematografía y es director de películas y documentales cristianos. Vive en Tennessee, Estados Unidos.