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Oveja y paloma versus cerdo y cuervo

«Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espiritu y el del Espiritu es contra la carne y estos se oponen entre si, para que no hagáis lo que quisierais»

Galatas 5:16, 17

DESEO DE LA CARNE es uno, y el deseo del Espíritu es otro. Son opuestos. Pablo dice que es una lucha en la que él quiere hacer una cosa, pero hace otra diferente de lo que en principio queria (ver Rom. 7:10-24).

La oveja es un animal limpio, y si se cae en el barro se siente incomoda, molesta, y busca salir. En cambio, si el cerdo cae en el barro nada le incomoda, siente placer y se revuelca en la suciedad. Al cerdo lo llaman, según las regiones: cochino, marrano, puerco, guarro, gorrino. Nombres todos con connotaciones negativas a menudo trasladadas a la conducta humana.

Este sucio animal no tiene glándulas sudoriparas que regulen la temperatura corporal, por eso controla su temperatura bañándose en el barro o en el agua, por sucia que esta sea. Los perros utilizan la lengua para refrigerarse, de ahí que jadeen.

No obstante, en el caso de los cerdos, lo que hacen es revolcarse en los barrizales para refrigerarse. Pensemos ahora en la paloma y el cuervo. Cuando cesó la lluvia del diluvio y el arca reposó, Noé envió un cuervo, que nunca regresó. El cuervo encontró mucha comida, ya que se alimenta de lombrices, gusanos, arañas, sapos, ranas, ratones, ratas y carroña, es decir, todo tipo de animales muertos. En cambio, cuando envió la paloma, un animal limpio, esta regresó. Sin embargo, cuando fue enviada por última vez no regresó, y así Noé supo que la paloma había encontrado un lugar limpio para asentarse y que las aguas habían bajado.

  • Nuestra naturaleza carnal es como el cerdo y el cuervo, que siempre buscan lo sucio.
  • Nuestra nueva naturaleza, espiritual, es como la oveja y la paloma, que desean lo limpio y lo puro. Es una lucha continua dentro del creyente, y será vencedora, en definitiva, la naturaleza que mejor alimentamos.

Cuidado con alimentar la naturaleza pecaminosa, que nos arrastra en la suciedad de esta tierra. Alimentemos la naturaleza espiritual, que nos eleva a la limpieza y la santidad el cielo. Elena de White nos dice que estamos tan aturdidos escuchando los ruidos del mundo, que no tenemos tiempo de escuchar el lenguaje del Espírito orando, estudiando la Biblia y sirviendo al prójimo.

«Las cosas de la eternidad se convierten en secundarias y las cosas del mundo en supremas. Es imposible que la simiente de la Palabra produzca fruto; pues la vida del alma se emplea en alimentar las espinas de la mundanalidad» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 32).

No nos alimentemos de la suciedad de este mundo. Andemos en el Espíritu, reavivados por su Palabra, viviendo como ovejas y palomas.

Bruno Raso es un líder de destacada trayectoria, que ha servido como pastor distrital, administrador, evangelista y orador del programa "Reavivados por su Palabra". Actualmente se desempeña como vicepresidente de la División Sudamericana.