“El rey de Asiria llevó gente de Babilonia, Cuta, Ava, Hamat y Sefarvaim, y la estableció en las ciudades de Samaria, en lugar de los israelitas. Así tomaron posesión de Samaria y vivieron en sus ciudades”
2 Reyes 17:24
Cuando lees la Biblia, de repente aparece de la nada esta gente llamada “los samaritanos”, a los que por alguna razón todos menospreciaban. ¿Por qué?
Su historia comienza en 2 Reyes 17. Luego de que las diez tribus idólatras del reino del norte de Israel fueron enviadas de Samaria a Asiria en el 720 a.C., el lugar donde moraban quedó bastante vacío. Como buenos conquistadores que eran, los asirios aprovecharon la coyuntura y enviaron a Samaria a personas de cinco ciudades diferentes (que a su vez adoraban a cinco dioses diferentes) a repoblar el lugar. Sin embargo, la situación no fue buena para los nuevos residentes.
Cuando las diez tribus abandonaron el lugar, los animales salvajes (como los leones) quedaron deambulando libremente, ya que no había nadie que los cazara. Así que los leones comenzaron a generar cierto pánico. Alguien envió entonces un mensaje al rey de Asiria: “La gente que has llevado a las ciudades de Samaria para que se establezca allí, no conoce la religión del dios de ese país y, por no conocerla, él les ha mandado leones, que los están matando” (2 Rey. 17:26).
El rey tomó a un grupo de sacerdotes israelitas (evidentemente alineados con las políticas de Jeroboam) de los que había enviado al exilio en Asiria y los envió a Samaria para enseñarles a los nuevos inmigrantes “lo que requiere el dios de ese país” (vers. 27, NVI). Esta gente comenzó a aprender de Jehová y comenzaron a adorarlo junto con sus propios dioses.
Se enteraron de todas las cosas increíbles que Dios había hecho por el pueblo de Israel, pero aun así, siguieron adorando e incluso sacrificando a sus hijos a otros dioses. Con el paso de los siglos, abandonaron gradualmente su idolatría y formaron su propia religión samaritana, muy similar al judaísmo, pero con una serie de pequeñas diferencias, incluida la creencia de que el monte Gerizim era un lugar mucho más sagrado que Jerusalén.
Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana junto al pozo, le dijo: “Has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido” (Juan 4:18). Esa frase de Jesús describía de manera precisa su historia: sus antepasados habían adorado a muchos dioses diferentes y, aunque ahora adoraban únicamente a Jehová, no estaban completamente comprometidos espiritualmente con él.