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Agua de vida – 2a parte

“Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna”

Juan 4:13, 14

¡Un hombre judío le había hablado! Ante sus palabras, ella se atrevió a mirarlo. Detrás de su típica barba oscura, vio un agradable rostro bronceado. Ella repitió las palabras del hombre en su mente, tratando de encontrar algún significado oculto, pero no había nada.

Ni sarcasmo. Ni desprecio. A pesar de ello, respondió con dureza:–¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí que soy samaritana? Los judíos no tienen trato con los samaritanos.Él ignoró su pregunta.–Escucha –le dijo–.

Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva.¡Qué locura! Una verdadera fanfarronada digna de risa, pensó ella.–Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo.

¿De dónde vas a darme agua viva? ¿Acaso estás diciendo que eres más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que él mismo bebía?

Pero él no retrocedió ni un centímetro. Por el contrario, mirándola directamente a los ojos le dijo con firmeza:–Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed.

Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna.Un manantial que siempre fluye, eso era lo que llamaban “agua viva”. A ella le pareció maravilloso.

No tendría que cargar nunca más con pesados cubos de agua, que iba derramando por todo el camino de regreso a casa. No tendría que ir al pozo a la hora más calurosa del día para evitar murmuraciones.

A pesar de sí misma, creyó las palabras de Jesús.–Dame, entonces –le pidió, olvidando repentinamente quién era, su posición en la vida y que estaba hablando con un judío–. Señor, dame de esa agua, para que no vuelva a tener sed.Qué rápido pasó del escepticismo a la confianza.

Cómo pasó del miedo y el rechazo hacia los judíos, a una conversación fluida con un extraño. Pero ahora, vemos también con qué rapidez el hombre le cortó las alas y la trajo de vuelta a la realidad:–Ve a llamar a tu marido y vuelve –le dijo.

Continuará…

Tompaul Wheleer tiene un máster en Cinematografía y es director de películas y documentales cristianos. Vive en Tennessee, Estados Unidos.