El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende.
Salmos 34: 7
¿CREES EN LOS ÁNGELES? La Escritura los presenta como mensajeros de Dios, muy poderosos, que han sido «enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación» (Heb. 1: 14, NVI).
Según nuestro texto de hoy, los ángeles de Dios nos defienden. ¿Puedes pensar en una ocasión en la que un ángel del cielo te libro de un peligro inminente? No hace mucho leí un relato que me hizo recordar ese ministerio tan especial que los ángeles de Dios realizan en favor de quienes hemos de heredar la salvación. La historia la publicó Adventist Review y tiene como protagonista a Jim, un veterano maratonista. Cuenta el relato que un día Jim corría a lo largo de una carretera rural en las afueras de Temple, Texas, cuando divisó a un enorme perro que corría tras él. Sin dar muestras de temor, Jim se le plantó en actitud desafiante, pero el perro no dio muestras de amedrentarse. Jim le gritó con fuerza, pero el animal no se inmutó. Más bien, comenzó a acercársele mientras gruñía en tono bajo pero amenazante. Entonces Jim grito de nuevo, pero esta vez pidiendo auxilio.
Justo en ese momento la puerta de la casa se abrió y una mujer salió. —¡No se mueva! —exclamó la mujer. —¡Por favor, ayúdeme! —clamó Jim.
-No puedo -respondió ella—. Bubba solo obedece a mi esposo y él no está en casa.
Mientras tanto, el perro seguía acercándose a Jim, mostrando sus enormes colmillos.
«¡Dios mío, por favor ayúdame!», oró Jim, silenciosamente.
Ya el perro estaba por saltar sobre Jim, cuando en la intersección de la carretera apareció una camioneta azul. Desde el vehículo, el conductor gritó:
-¡Ven, Bubba! ¡Súbete!
En cuestión de segundos Bubba se subió a la plataforma de la camioneta; y Jim, temblando de pies a cabeza, regresó a su casa de inmediato. Más tarde, ese mismo día, Jim fue en su carro a visitar a la pareja para agradecer al esposo de la mujer por haberlo salvado. Su sorpresa fue tan grande como su susto cuando escuchó decir:
-Nunca he visto esa camioneta por aquí y no tengo idea de quién era ese hombre. Bubba nunca se va con extraños.
La mujer no tenía idea de quién era «ese extraño», pero tú y yo sí la tenemos, ¿verdad?
Gracias, Padre amante, por el ministerio de tus ángeles en mi vida. Que tu ángel camine muy cerca de mí en este nuevo día.
*Paul Gnadı, «Dogs and Angelsx, en Adventist Review, 12 de febrero de 2015, pp. 28-29.