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Tarea cumplida

El Señor le dijo: ‘Éste es el país que yo juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. He querido que lo veas con tus propios ojos, aunque no vas a entrar en él’.

Deuteronomio 34:4

Llegó el momento en que Israel iba a cruzar el río Jordán. Pero eso significaba despedirse de su amado líder Moisés. Un día se atribuyó el crédito de darle al pueblo el agua que brotó de la roca. Dios le había indicado que le hablara a la roca, pero Moisés la golpeó, en parte, enojado por la rebeldía de Israel.

Aunque Moisés tenía razón en referirse a Israel como rebeldes, su actitud fue la equivocada (Núm. 20:10-13). Tener la razón o la verdad no nos da derecho de ser rudos con los demás. Esta era la segunda vez que Dios le daba a Israel agua de la roca.

En la primera ocasión Dios sí ordenó que Moisés golpeara la roca, pero ahora no. Moisés rompió con un simbolismo que Dios quería transmitir: su Hijo Jesús iba a morir en la cruz una vez.

El camino no fue fácil para Moisés. Si quieres tener una idea de los lugares que recorrió, puedes consultar Números 33 en donde descubres que Israel acampó en 40 lugares durante los 40 años de trayecto.

Ahora le tocaba a Moisés subir hasta la cumbre del Monte Nebo, solo, y allí Dios mismo haría de “sepulturero”. Una vez más, todos vieron la fe de Moisés; él pudo haberse negado a subir, pero obedeció, porque confiaba en Dios. Ya en la cumbre, su encuentro con Dios se convirtió en una amena charla entre dos amigos.

Una vez más Moisés pudo expresar su sincero arrepentimiento de ese error que ahora le impedía entrar a Canaán. Entonces, Dios le mostró la tierra que pronto el pueblo poseería. Pero Moisés vio mucho más: vio el futuro de Israel en su época de mayor prosperidad, sus fracasos, su cautiverio y su regreso.

Contempló el ministerio de Jesucristo, su muerte en la cruz y su triunfal resurrección. Hasta vio la segunda venida de Jesús y la Tierra Nueva.

Finalmente, como un triunfador cansado de la batalla, quedó dormido en los amantes brazos de su Salvador.

César Sánchez Murillo es pastor y, actualmente, trabaja como editor y traductor en la editorial GEMA Editores, México. Le gusta mucho hablar de Jesús a los demás, leer y le encantan los deportes.