Seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
1 Tesalonicenses 4:17.
La familia real japonesa, la dinastía hereditaria más antigua del mundo, fue sacudida cuando la princesa Mako decidió casarse con un plebeyo. Todo comenzó cuando la princesa conoció a Kei Komuro y, tras un tórrido romance, la joven pareja decidió jurarse amor eterno mediante el sagrado matrimonio; pero cuando intentaron casarse en 2018, los problemas financieros de la familia de Komuro hicieron que la boda se pospusiera. Luego de varios años tratando de ponerlo todo en orden, finalmente la corona nipona anunció que la boda se celebraría el 26 de octubre de 2021.
De acuerdo con la ley japonesa, la decisión de Mako conlleva graves repercusiones. Al decidir casarse con una persona que no tiene sangre real (con un plebeyo), la princesa pierde su estatus y deja de recibir los beneficios que le otorga formar parte de la familia real.
Ella no recibirá los 1.3 millones de dólares anuales “que normalmente se le da a un miembro de la familia real”.135 Ahora bien, tampoco hemos de creer que Komuro vive en la calle; es un exitoso abogado que radica en los Estados Unidos, donde vivirá con Mako.
Así que supongo que la princesa Mako seguirá llevando una vida muy placentera. Como pálidos ecos, la decisión de la princesa Mako evocó en mí la renuncia de Cristo a lo que tenía. “Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo.
Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera” (Fil. 2:6, 7, DHH). Jesús dejó las mansiones reales del cielo y vino a la tierra a vivir como un “siervo”. ¿Y por qué lo hizo? Porque quería “vivir entre nosotros” (Juan 1:14, NTV).
Cristo renunció a lo que era suyo para que nosotros podamos cambiar de estatus. Por tanto, si decidimos entablar una relación permanente con él, dejaremos de ser los plebeyos de este mundo y seremos “miembros de la familia de Dios” (Efe. 2:19); y muy pronto “estaremos siempre con el Señor” (1 Tes. 4:17).
Mako no pudo llevar a Komuro a su palacio, pero Cristo nos llevará al suyo.
135 “Mako: la princesa japonesa que renuncia a la realeza para casarse con un plebeyo”, BBC (1º de octubre 2021).