David le contestó: No lo mates, pues nadie que intente matar al rey escogido por el Señor quedará sin castigo.
1 Samuel 26:9
La vida de David se distingue por dejarse guiar por la voluntad de Dios. Fue un hombre sensible a la orientación divina. Con hechos específicos, demostró un corazón apegado a los intereses de Dios para sus hijos. Es por eso que el registro bíblico lo recuerda positivamente: «Les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero» (Hechos 13:22).
David perdonó la vida de Saúl en dos ocasiones. Los hechos se registran en 1 Samuel 24 y 26. Cuando Saúl veía a David lo consideraba su mayor enemigo, pero cuando David veía a Saúl lo consideraba como el «escogido» de Dios. A pesar de que en dos ocasiones David estuvo cerca de Saúl desprevenido, David no razonó esas circunstancias como favorables o como mensajes de Dios para atentar contra la vida del rey.
David era guiado por principios y no por circunstancias. Él sabía que Dios tenía el control y se encargaría, en el momento indicado, de derrocar de alguna forma a Saúl. David demostró la bondad de su corazón al estar dispuesto que el hijo de Saúl, Jonatán, estuviera incluido en su reino al ocupar el segundo puesto: «Tú llegarás a ser rey de Israel, y yo seré el segundo en importancia» (1 Samuel 23:17).
David demostró un corazón noble cuando estuvo dispuesto a establecer un pacto con Jonatán. Dicho pacto incluía que cuando David ascendiera al trono iba a tener misericordia de cualquier descendiente de la familia de Saúl (1 Samuel 20: 12-17). David cumplió ese pacto en la persona de Mefi-Boset (2 Samuel 9).
Más adelante, cuando David atacó a los amalecitas, seiscientos hombres lo acompañaron, pero doscientos de ellos se cansaron y no pudieron proseguir. Después del triunfo, los cuatrocientos que completaron la tarea no estaban de acuerdo que David compartiera el botín entre los seiscientos (1 Samuel 30: 22-23). Pero David no los escuchó, él agregó: «En este caso nadie va a darles la razón, porque en el reparto lo mismo les toca a los que se quedan cuidando el equipo que a los que van a la batalla» (vers. 24).
David demostró su corazón bondadoso cuando le pesó la muerte de Saúl y sus hijos (2 Samuel 1: 11-12, 17-27). David siempre debe ser recordado por sus virtudes.