Me dijo: “Daniel no tengas miedo. Dios te ama. Recupera tu fuerza y ten valor”. Mientras él me hablaba, yo empecé a sentirme mejor y dije: “Señor, háblame. Ya tengo fuerzas.
Daniel 10:19, PDT.
Aunque Daniel no podía ver la respuesta a su oración, el ángel Gabriel estaba trabajando en su favor. “Las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises, quien reinó unos siete años y medio” (PR, p. 419).
Los judíos aprovecharon esta oportunidad para reconstruir la ciudad y el templo. Los acontecimientos de la historia son el resultado combinado de la acción de seres sobrenaturales y el libre albedrío humano. Dios se interesa tanto por asuntos de interés nacional o mundial como en las necesidades individuales. Imagina la escena de uno de los más distinguidos ángeles dando una explicación de su demora a Daniel (Dan. 10:12-14).
¡Qué privilegio tener un Dios tan generoso e interesado en tu bienestar! De acuerdo al reporte de Gabriel, cuando llegó Miguel, representante angelical de Dios, los poderes del cielo obtuvieron la victoria y el maligno se vio obligado a retirarse (vers. 13).
La victoria será siempre tu consigna si echas tu suerte con Dios. Luego el ángel procedió a explicar la razón de su visita: “Ahora estoy aquí para explicar lo que sucederá en el futuro a tu pueblo, porque esta visión se trata de un tiempo aún por venir” (Dan. 10:14, NTV).
Explicó que la razón por la que Daniel no entendía la visión era que esta se extendería hasta la segunda venida de Jesús, y lo animó. La Palabra de Dios fortalece, anima y trae paz.
Si tus ojos fueran abiertos, notarías la gran batalla que se libra entre los poderes del mal y el bien por tu alma: “Como pueblo no comprendemos como debiéramos el gran conflicto que se libra entre seres invisibles, la lucha entre ángeles leales y desleales.
Los malos ángeles continuamente están en acción, preparando su plan de ataque, gobernando como caudillos, reyes y gobernantes a las desleales fuerzas humanas. […] No os dejéis dominar por especulaciones fantásticas. Nuestra única seguridad es la Palabra escrita.
Debemos orar como lo hizo Daniel para que seamos guardados por los seres celestiales. Los ángeles, como espíritus ministradores, son enviados para servir a los que serán los herederos de la salvación” (4CBA, p. 1195).
Aunque no puedas verlo, también tu ángel está peleando a tu favor.