Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente. La gente comió hasta quedar satisfecha, y recogieron en doce canastos los pedazos sobrantes.
Lucas 9:16, 17
Las matemáticas no cuadran. Cinco panes y dos peces no son suficientes para alimentar a una multitud. ¿Quieres saber cuántas personas había? Mira lo que dice el versículo 14: “Eran unos cinco mil hombres”. ¿Cómo podría esa comida alimentar a todas estas personas, sumando las mujeres y los niños, y aún ser suficiente para sobrar y llenar doce canastas? ¡Qué milagro!
Tal vez no prestaste atención, pero el dueño de esa canasta era un niño. Oyó hablar a Jesús y tenía una pequeña merienda, preparada por su madre. Cuando los discípulos salieron a buscar comida, les entregó su canasta, y lo que parecía imposible se convirtió en un milagro.
Ese chico dio todo lo que tenía, que era suficiente para él, pero que no significaba mucho para esa multitud. Ahí es donde entra el secreto de esta historia: en las manos de Jesús, lo poco se convierte en mucho. Solo Dios puede multiplicar y transformar lo poco que hay en cada uno de nosotros.
¿Qué tienes en tu canasta? Confía en Dios y sorpréndete con lo que él puede hacer. Este milagro también puede ocurrir en tu vida.