La envidia de Efraín terminará, y el rencor de Judá se calmará; Efraín no tendrá envidia de Judá, y Judá no sentirá rencor contra Efraín.
Isaías 11:13, DHH.
Si me preguntaras, “Vladimir, ¿eres una persona envidiosa?”, sin pensarlo dos veces te diría que no. Si le hiciéramos esa misma pregunta al salmista Asaf, que a diferencia de mí no tenía ningún problema en aceptar sus faltas y debilidades, él nos respondería:
“En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies, ¡por poco resbalaron mis pasos!, porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos” (Sal. 73:2, 3). Salomón nos pregunta en Proverbios 27:4: “Cruel es la ira e impetuoso el furor, pero ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?”
La envidia está tan arraigada en nuestro corazón, que somos capaces de traerla al plano espiritual y, como dijera Pablo, “algunos, a la verdad, predica[mos] a Cristo por envidia” (Fil. 1:15). Aunque queramos negarlo, lo cierto es que los fuegos de la envidia han sido atizados en nuestras almas. Según el doctor Robert L. Leahy, hay tres tipos de envidia:
La envidia depresiva, que hace que nos sintamos perdedores cuando nos comparamos con los demás. Es la envidia de Raquel cuando veía que Lea tenía hijos y ella no. Su envidia la llevó a decirle a Jacob: “Dame hijos, o si no, me muero” (Gén. 30:1).
La envidia hostil, una envidia activa que nos empuja a actuar en contra de la persona que envidiamos. Ejemplo de ello es la envidia que sintieron los hermanos de José, hasta tal punto que dicho sentimiento los indujo a deshacerse de él.La envidia benigna, que Leahy define como “una envidia neutral; observas que alguien más ha tenido éxito y lo admiras y das crédito por lo que logró”.213
Es la envidia de los que comenzaron a predicar a Cristo cuando vieron a Pablo.Como la envidia es natural en nosotros, se requiere un poder sobrenatural, el amor, para desterrar ese corrosivo sentimiento.
El profeta Isaías nos prometió que cuando el Señor alce su mano sobre nosotros “la envidia de Efraín terminará, y el rencor de Judá se calmará; Efraín no tendrá envidia de Judá, y Judá no sentirá rencor contra Efraín” (Isa. 11:13, DHH). Dejemos que Dios cumpla su promesa y que erradique la envidia y siembre más amor en nosotros.
213 Robert L. Leahy, “Why It Doesn’t Feel Good When Someone Else Succeeds”, Psichology Today (12 de abril de 2018).