Jesús le dijo: «Puedes irte; por tu fe has sido sanado». En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.
Marcos 10:52
DIVERSOS ESTUDIOS SEÑALAN LOS BENEFICIOS DE LA FE PARA mejorar la salud de los pacientes con enfermedades crónicas.
Los resultados de los análisis de las últimas décadas han demostrado que los practicantes de alguna religión VIVEN MÁS Y SON MÁS FELICES. Además, tras el diagnóstico de una enfermedad, estas personas presentan niveles más bajos de estrés e inflamación.
Un estudio publicado en 2004 (liderado por la investigadora Susan Lutgendorf, de la Universidad de Iowa) utilizó datos de casi 600 ancianos y demostró que, entre los que asistían regularmente a servicios religiosos, el riesgo relativo de muerte se reducía en un 78%.
Cifras similares se presentan en otros estudios de reputados hospitales, donde algunos médicos ya «prescriben» (recomiendan)una mayor asistencia a los cultos y el ejercicio de la fe como recurso en el tratamiento de enfermedades graves.
En un contexto en el que la fe y la práctica de la religión garantizan MÁS SALUD y una mayor esperanza de vida, parece acertado afirmar que creer en Dios nos hace más capaces para vivir en un mundo cada vez más desafiante. Pero ¿será que hemos estado viviendo la fe que profesamos? ¿O ante la primera dificultad ya asumimos que Dios nos ha abandonado y no hace nada por nosotros? Si este es nuestro comportamiento, ¿qué diferencia hay entre nosotros y los ateos?
INCLUSO EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES, EXPERIMENTA EL PODER RESTAURADOR DE UNA FE INQUEBRANTABLE.
¡Que tu fe sea una evidencia del poder y del amor de Dios para los que no creen!
