A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.
Filipenses 4: 13
En la oscuridad, su maullido sonó tan fuerte que Tim esperaba encontrar un gato adulto. Pero para su sorpresa, no era más que un pequeñín que salió cojeando de debajo del automóvil en el aparcamiento. Estaba flaco, sucio y cubierto de pulgas, así que Tim lo metió en una bolsa de papel para llevárselo a casa y lo llamó Sam.
Sam creció y se convirtió en un hermoso gato. Corría muy rápido y era un valiente cazador, aunque lo único que atrapaba eran lagartijas. Le gustaba tumbarse en el porche, tomando el sol, y parecía un noble león. Era el gato más simpático, siempre dispuesto a que lo agarraran y le mostraran cariño. De todos los gatos que tuvo la familia de Tim, Sam fue uno de los mejores.
Pero hay una cosa que no sabes sobre Sam, y es que solo tenía tres patas. Cuando Tim lo encontró estaba herido y una de sus patas delanteras ya no tenía solución. Al principio Tim pensó en sacrificarlo, porque no quería que sufriera. Pero enseguida Sam le demostró a Tim que no sufría y que podía correr tan rápido con tres patas como cualquier otro gato con cuatro.
Cuando pienso en Sam, recuerdo lo importante que es sacar el mejor provecho de las cosas. No siempre nos salimos con la nuestra, y a veces es tentador quejarse. Pero quejarse nunca hace que nadie se sienta mejor. De hecho, suele hacernos sentir peor.
Sin embargo, hay algo que ayuda, y es hablar con Jesús. Él te ayudará a sacar lo mejor de cada situación si le pides que esté contigo. Pídeselo ahora, antes de que se te olvide.
Julie.