Ellos le contestaron: «Señor, que recobremos la vista». Jesús tuvo compasión de ellos, y les tocó los ojos. En el mismo momento los ciegos recobraron la vista, y siguieron a Jesús.
Mateo 20: 33, 34
Cuando tenía 12 años, empecé a notar que veía las señales en la carretera un poco borrosas y, cuando estaba sentada en mi asiento de la escuela, me costaba ver lo que el profesor escribía en la pizarra. Entonces se lo conté a mis padres y me llevaron a un oftalmólogo (un médico de los ojos).
Aquella fue una cita médica interesante. El médico me pidió que intentara leer las letras de una pared, y que mirara colores y números en una máquina especial.
Entonces ocurrió lo más curioso. El médico me colocó un cristal especial delante de los ojos y, después de averiguar qué ayuda necesitaban mis ojos, ¡de repente, podía ver perfectamente!
Con los lentes, mis ojos veían mucho mejor, pero me gustaría tener la vista de un águila pescadora. El águila pescadora pertenece a la familia de los halcones, es una gran cazadora y tiene una vista increíble. La vista del águila pescadora es ocho veces mejor que la de un ser humano. Sus ojos son como un telescopio y pueden ver cosas imposibles de percibir para las personas. Tienen unos músculos en los ojos que hacen posible que esta ave enfoque y siga a un animal que está cazando durante muchos kilómetros.
Todos tenemos alguna cosa en la que somos débiles. A diferencia del águila pescadora, mi vista no es muy buena. Estoy deseando llegar a la Tierra Nueva para que Jesús pueda hacer que vea totalmente bien. Entonces podré levantarme por la mañana y ver claramente todo sin tener que ponerme los lentes.
Joelle.
