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Dios ama a su iglesia

Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha.

Efesios 5:25-27

En el texto de hoy, Pablo menciona tres cosas que hizo Cristo para revelar su amor por la iglesia. Se entregó a sí mismo por ella. Una prueba de que una persona ama a otra es cuando se pregunta: “¿Qué puedo hacer por ella?” El amor se involucra, está pendiente, no es indiferente. Por ejemplo, Ángel ama a María y por eso tiene que saber de ella, se interesa en todo lo suyo y quiere ser parte de lo que le sucede. Para el que ama, esto es natural. Cristo ama a su iglesia y se entregó por ella.

No hay nada de ella que le sea indiferente; no existe un día en que se desentienda de lo que le sucede. Él está involucrado con la iglesia hasta el final.
La santificó.

Cuando se ama, se mira a la persona amada como alguien único. María piensa que pertenece a Ángel y le entrega sus afectos, su tiempo y su lealtad sin sentir esa entrega como una carga. El amor es exclusivo, apartado para alguien a quien hemos decidido tratar de forma diferente. Dios ha hecho de su iglesia el objeto de su supremo amor y consideración; es como la niña de sus ojos. Su amor por la iglesia es único, especial, determinado y fiel. Nos ha apartado para él; es decir, nos ha santificado.

La purificó. Cuando se ama, se quiere lo mejor para la persona amada. Todo lo que pueda dañarla o representar un obstáculo o un problema, será un motivo para ir en su ayuda. Ángel no solo querrá que María sea su amor, sino que también sea mejor persona, más feliz y sabia. Lo mismo querrá María para Ángel.

Asimismo, debido al amor por su iglesia, Dios está purificándola, ayudándola a ser mejor, a crecer, a vencer obstáculos, debilidades y defectos. La ama tanto que, a veces, tiene que reprenderla, porque su amor no se conforma con menos que lo mejor para ella.

Dios hizo y hace todo esto por amor a su iglesia y para presentársela a sí mismo sin mancha. Dios quiere ver a su iglesia como a él le agrada, porque el que ama se deleita con solo ver al objeto de su amor. Si les preguntaras a Ángel o a María, te dirían que su mayor gozo es estar el uno con el otro. ¿Es tu mayor gozo ser parte de la iglesia del Señor?

Roberto Herrera tiene un doctorado en Ministerio Pastoral por la Universidad Andrews y una maestría en Administración y Liderazgo por la Universidad de Montemorelos. Cuenta con más de treinta años de experiencia como pastor de la Iglesia Adventista, en la cual ha servido en todos los niveles: pastor de iglesia, departamental y administrador.