A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece.
Filipenses 4: 13
¿Cuál es tu ave favorita? A mí me encanta el ave del que vamos a hablar hoy, Lee las siguientes pistas a ver si lo descubres.
Aunque soy un ave, no puedo volar.
La mayor parte de mi familia vive a lo largo de la costa de la Antártida y el Océano Antártico, pero algunos viven más al norte.
Puedo pesar entre 1 y 40 kilos, dependiendo de la especie.
Tengo los pies bastante retrasados, por eso camino dando saltitos o contoneándome torpemente. A veces, para ir más rápido, me deslizo sobre el vientre como un trineo.
No puedo plegar las alas como la mayoría de las aves, así que siempre las tengo a los lados.
Puedo pasar semanas, a veces incluso meses, sin comer.
Respuesta: ¡Soy un pingüino! En tierra soy muy torpe, pero en el agua soy un nadador rápido y elegante. Que no se me dé bien estar en tierra no significa que no sea bueno, sino que Jesús me hizo diferente de las demás aves, y no me importa. Me hizo especial y puedo hacer cosas que la mayoría de las aves no pueden.
Si hay cosas en las que no eres bueno, no te preocupes: ¡Jesús también te ha hecho especial! Piensa en las cosas que puedes hacer bien hoy y, aunque debes dar lo mejor de ti en todo, ¡sé cómo el pingüino y haz aquello para lo que Jesús te creó!
Vicki.