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Buenos deseos de Año Nuevo

Tengo que hacer las obras del que me envío mientras es de día.

Juan 9:4

Con motivo del año nuevo, he recibido numerosas felicitaciones de conocidos y amigos. Me emociona saber que tantas personas piensan en mí y me desean cosas buenas. Observando los mensajes recibidos, podría clasificarlos en tres grupos.

Uno lo constituyen los nostálgicos, centrados en el pasado: «¿Te acuerdas cuándo éramos estudiantes? ¡Quién volvería ser joven!» Y no están faltos de razón. Ya lo dice el Salmo 90:5 y 6, los días de nuestra vida «son como un sueño». Ser conscientes de la brevedad de la vida es bueno, pero quedarnos mirando al pasado puede paralízanos. Como dice el refrán: «Añorar el pasado es correr tras el viento». O como dice la Biblia: «Nunca te preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor, pues ésa no es una pregunta inteligente» (Ecl. 7:10, DHH) Hoy es el día de preparar el futuro (Mar. 13:33).

En otro grupo se sitúan los pesimistas, que ensombrecen su presente preocupándose demasiado por el futuro: «Ya veremos qué nos trae este nuevo año, con lo mal que está el panorama mundial». A ellos, Jesús les dice: «No se preocupen por el día de mañana». Aprovechad el presente, «basta cada día su propio afán» (Mat. 6:34).

Y en el tercer grupo se incluyen los que podríamos llamar realistas.

Jesús nos invita a ser realistas, a aprender del pasado, a aprovechar a fondo el presente y a no perder de vista el futuro (Mat. 6:33). El apóstol Pablo aplica, al parecer, esta importante filosofía de la vida cuando dice, en Filipenses 3:13 y 14: «una cosa hago (presente): olvidando ciertamente lo que queda atrás (pasado), […] prosigo a la meta» (futuro). Y nos invita a aprovechar el presente (Efe. 5:16, BJ) precisamente «porque los días malos».

Los seres humanos vivimos irremisiblemente encerrados en el tiempo, y tenemos que lidiar con la paradoja de que es a la vez el más valioso y el más perecedero de nuestros recursos. Tenemos la ineludible responsabilidad de usarlo… antes de que nos «use» definitivamente a nosotros.

La verdadera sabiduría reside, como dice Jesús, en hacer nuestro deber mientras «el día dura», en valorar el tiempo y aprender a vivirlo a la luz de la Eternidad. Este es nuestro reto hoy. El pasado ya se fue, y el futuro nos esta garantizando, «para que donde yo esté, ustedes también estén» (Juan 14:3).

Señor, ayúdame a ver que mi tiempo es hoy y, más exactamente, ahora.