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La llegada de la princesa

Y hagan todo con amor.

1 Corintios 16:14.

¡La princesa llegó! -anunció el papá.

Y allá se fue el niño a espiar y ver si tenía una corona en la cabeza. Se acercó desconfiado. Era una princesa pequeña, demasiado pequeña. Estaba envuelta en paños, un poco arrugada y durmiendo. Durante meses, el niño había escuchado acerca de la princesa; todos parecían muy entusiasmados.

La casa se llenó de risas, aroma a galletitas de canela y pañales… muchos pañales; moñitos para el pelo y minúsculas ropitas de bebé. Él extrañaba a su mamá… Hacía dos días que no la abrazaba.

-¡Cómo creció mi ayudante! -la mamá tomó al niño en su regazo y acarició su cabello oscuro-. ¿Qué te pareció la princesa?

Él miró al «paquetito» que dormía aún. Ella sería su mejor amiga. Ahora, ciertamente no sabía jugar a la pelota, pero él le enseñaría; también ayudaría a la mamá con los cuidados y jugaría con ella. En la escuela, tendría una novedad para contarle a la maestra. La sala de la casa quedó en silencio y todos esperaban su respuesta.

-Ella es pequeña… -dijo el niño haciendo una cara graciosa-. Pero soy un ayudante y pronto crecerá para ayudar también.

La abuela dio una buena carcajada con esa respuesta. De hecho, los niños son ayudantes que alegran el hogar, y la llegada de un hermano, hermana, primo o prima es motivo de gratitud y alegría.

Jesús nos enseña a amar a los demás con nuestras acciones, haciendo lo mejor que podemos. Por eso, decide hoy ser un ayudante en casa, cuidando a tus familiares como si fueran reyes, reinas, príncipes y princesas.

Mi oración: Señor, rey de reyes, que pueda ser un ayudante en mi hogar y que tenga siempre actitudes de un hijo del Rey.

Ayudante: Persona que coopera, ayuda y sirve a los demás. Ayudar es una actitud noble.