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El mejor juego de la plaza

Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.

1 Tesalonicenses 5:18.

¿Cuál es tu juego preferido en la plaza? Yo siempre preferí las hamacas. Recuerdo principalmente un día cuando estaba triste. Fue un día difícil porque, por primera vez, me corrigieron en la escuela. La maestra me llamó la atención porque no me había esmerado en un trabajo. Ella tenía razón. Yo realmente podría haberlo hecho con más esmero, pero terminé pintando de cualquier manera para terminar más rápido.

Llegué a casa desanimada porque sabía que mi mamá también se pondría triste conmigo. Tenía ganas de llorar, pero quería sonreír y enfrentar esa situación. Entonces, le pedí si podíamos ir a la placita. Allí estaban todos los juegos comunes de la plaza, incluso la hamaca. Ese día, una niña estaba usando la hamaca. Ustedes saben que no hay una regla establecida para cuánto tiempo alguien puede usar un juego. Esa niña se quedó mucho tiempo. Me quedé ahí, esperando y esperando y esperando un poco más. La niña recién salió cuando su mamá la llamó para irse.

Recuerdo la sensación hermosa que tuve al sentarme en la hamaca… Sentir el viento en mi rostro me trajo tranquilidad. Me di cuenta de que, sí, podría estar triste, pero al siguiente día intentaría solucionar las cosas. Podría esmerarme más en la siguiente oportunidad y no necesitaba deses-èrar, e, porque la vida es así: no siempre estamos adelante de todo, bien y felices. Hay días en los que nos quedamos atrás. Solo necesitamos prestar atención para no quedarnos atrás todo el tiempo, ¿verdad?

Jesús nos dice que, incluso en los días complicados, en los momentos de tristeza, él está a nuestro lado. Por eso, siempre tenemos motivos para sonreír y alegrarnos.

Hamaca: Hacia adelante y hacia atrás; va y viene; salir del equilibrio; cabello al viento.

Mi oración: ¡Señor, te agradezco porque estás conmigo en cada momento!