Oh, Señor de los Ejércitos Celestiales, ¡qué alegría tienen los que confían en ti!
Salmo 84:12.
Mi sobrino David está aprendiendo a caminar. Tiene una herida en tas aún se están fortaleciendo y él observa desconfiado cuando alguien desconocido le dice: «Ven aquí, querido. ¡Ven, bebé!». Espía quién lo está llamando y camina hasta su mamá. Ella ni siquiera necesita llamarlo, pero cuando ve a su bebé sosteniéndose en los muebles, se agacha y estira los brazos.
Él sonríe. Ya no tiene más miedo de caerse, porque sabe que está cerca de su mamá. Tiene confianza en su protección. Si se cae, ella podrá cuidarlo.
En la vida, necesitamos observar con atención en qué personas podemos confiar. Deben ser personas que nos cuidan, demuestran amor y nos tratan con respeto. Por otro lado, una persona que maltrata, que lastima y que no quiere nuestro bien no es de confianza. Y, cuando se trata de desconocidos, hay que prestar mucha atención, porque la confianza se adquiere con el tiempo. Dios nos dio inteligencia; incluso los bebés reconocen a las personas que los cuidan con amor.
Mi oración: Señor, ayúdame a tener personas de confianza a mi lado, con quienes siempre pueda contar.
Confianza: Sentimiento de seguridad, como una roca firme: sabes que puedes afirmar tus pies porque no saldrá de allí de repente.