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El amigo que consuela

Y yo pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre.

Juan 14:16.

Imagina tener un mejor amigo durante más de tres años. Charlan, comen, juegan, cantan y se cuidan el uno al otro. Cuando te sientes triste, tu mejor amigo está cerca para ayudarte. Siempre sabe qué palabras y juegos geniales alejarán la tristeza. Es muy bueno tener un amigo así, ¿verdad?

Los discípulos eran jóvenes que tuvieron un mejor amigo así: Jesús. Él también se preocupaba por ellos, oraba con sus amigos… Eran una familia. Durante más de tres años fueron inseparables. Jesús sanaba, hacía milagros y llevaba alegría adonde iba.

Pero, un día, Jesús les avisó que se iría. Regresaría al cielo porque debía volver con el Padre y preparar el lugar para todos sus amigos.

Jesús subió al cielo. Ciertamente, sus jóvenes amigos lloraron y sintieron nostalgia. Pero él les avisó que les enviaría un Consolador, alguien para secar las lágrimas de tristeza y para cuidarnos a nosotros y a sus amigos, los discípulos. Ese Consolador es el Espíritu Santo, con quien podemos charlar, aunque no podamos verlo. Él está siempre cerca de nosotros y puede ser nuestro mejor Amigo.

Mi oración: Señor, gracias por el Espíritu Santo; porque sé que es mi amigo también.

Espíritu Santo: Es Dios, parte de la Trinidad. Consolador que. Jesús envió para cuidarnos.