Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados y les dijo: «Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.
Mateo 20: 3-4
Esta importante parábola muestra la sensibilidad de Jesús frente al problema del desempleo y nos recuerda que no tener trabajo es inquietante por razones tanto económicas como humanas. Muchos economistas explican que en el estado actual de nuestras sociedades tenemos que aceptar que siga subsistiendo un porcentaje elevado de parados.
Esto significa un porcentaje relativamente alto de jóvenes a los que les va a faltar una de las dimensiones más útiles en la formación de su personalidad. Miles de jóvenes no entrarán nunca en una vida laboral normal y muchos de ellos ni siquiera llegarán a integrarse en la sociedad, acomodándose en estructuras parásitas paralelas como marginales o asistidos permanentes. Este es un peligro de «lesa humanidad» tanto a corto como a largo plazo.
Los desequilibrios acarreados por el paro de larga duración son indignantes cuando perturban a jóvenes que, tras haberse preparado con una formación cultural, técnica y profesional adecuada, no consiguen encontrar un empleo y ven frustrados sus más nobles sueños de futuro, pero son devastadores cuando afectan a adultos que han trabajado toda la vida y se ven sustituidos por mano de obra más joven, más barata o más rentable.
Si el desempleo es preocupante desde el punto de vista político, laboral, económico y social, también debiera preocuparnos a los creyentes desde el punto de vista simplemente humano. Porque se trata de un problema ético con profundas repercusiones psicológicas, familiares y existenciales. Jesús ya advirtió que el ser humano «no vive solo de pan» (Mat. 4: 4). Toda actividad humana necesita una dimensión transcendente que la justifique y dé sentido a la vida. Los problemas humanos se agravan cuando falta la dimensión espiritual, portadora de recursos, quizá hoy más necesarios que nunca tales como la esperanza.
Aunque las razones invocadas por los políticos para explicar el desempleo sean de índole económica coyuntural o estructural, eso no impide que en la mayoría de los casos los parados sean víctimas de una situación que escapa totalmente a su control. No empleados o despedidos, miles se encuentran sin trabajo sin ninguna culpa. Al poner la rentabilidad y el lucro por encima de los demás valores, la economía del rendimiento está funcionando hoy en día a costa de un precioso capital humano que queda tirado en la cuneta de la vida.
Señor, hazme sensible y solidario como tú a los problemas de quienes desean trabajar y no pueden.