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Cómo aparece el sol

Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él.

Colosenses 3:17.

Se despertaba todas las mañanas y respiraba profundamente. Aun en la habitación, abría las ventanas y oraba. Siempre era una oración de agradecimiento. Agradecía por la vida, por la familia, por la salud, incluso por el aire… Todo eso llenaba el pequeño hogar de luz.

Mi abuela nos enseñaba que la naturaleza nos enseña buenos hábitos de qué hacer al despertar. Hay gente que se despierta apurada, corriendo casi… Pero no es lo mejor. Los gatos, por ejemplo, se despiertan y se desperezan bien despacio. Estiran las patas, arquean la espalda y bostezan. Hay una rutina para que un gato se despierte. Recién después de eso, se alimentan y juegan.

Un hábito es lo que haces día tras día, hasta que se transforma en una rutina común, esperada. Nosotros conocíamos los hábitos matinales de mi abuela: su rutina de abrir las ventanas, dejar que entrara el aire puro, orar agradeciendo, y después desperezarse como un gato. Hábitos simples y bonitos, pero que marcaban toda la diferencia y se transformaron en su marca. Hábitos que hicieron que nuestra vida fuera más feliz.

Mi oración: Querido Dios, quiero tener el hábito de hablar contigo todos los días.

¿Cuál es tu rutina al despertar? Si aún no tienes el hábito de orar al despertar, prueba hacerlo mañana (y sigue con esa práctica todos los días, hasta que se transforme en un hábito).

Hábito: Acción de rutina que acostumbramos hacer incluso sin que los otros nos digan que lo hagamos, como cuando te cepillas los dientes solo porque ya tienes el hábito.