Ahora bien, Giezi, el sirviente de Eliseo, hombre de Dios, se dijo a sí mismo: Mi amo no debería haber dejado ir al arameo sin aceptar ninguno de sus regalos. Tan cierto como que el Señor vive, yo iré tras él y le sacaré algo.
2 Reyes 5:20.
El profeta Eliseo era bondadoso y justo. Tenía un ayudante que se llamaba Giezi. Ellos trabajaban juntos para ayudar a las personas. Giezi oró muchas veces con Eliseo y conocía bien el corazón del profeta.
La Biblia comparte una historia extraña: un líder extranjero golpeó a la puerta del profeta. ¿Su nombre? Naamán. Él estaba muy enfermo y una niña que trabajaba en su casa le recomendó que fuera a buscar al profeta de Dios.
Naamán era un hombre rico y llevó riquezas para pagarle, pero el profeta no aceptó el pago. Él simplemente le indicó cómo se curaría: por medio de su fe y por el milagro del poder de Dios. Y claro, el amor de Dios es gratuito.
Giezi se quedó escuchando la conversación y, a escondidas, fue tras la riqueza de Naamán. Le mintió diciéndole que el profeta había cambiado de idea y ahora quería el pago.
La falsedad e ingratitud de Giezi tuvieron un costo elevado para él. Para nosotros, queda la lección de mantener un corazón bondadoso y amable, así como Dios es bueno y es amor.
Mi oración: Señor, te estoy agradecido todos los días por tu amor por nosotros.
Con tu familia, recuerden situaciones vividas en los últimos días por las cuales están agradecidos a Dios. Anótenlas y guárdenlas en el frasco de la gratitud.
Ingratitud: Defecto de una persona que no valora algo o a alguien y actúa de manera equivocada.