Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y […] también fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús […] dijo a los que servían: «Haced todo lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra para agua [… ]; en cada una de ellas cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: «Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete». […] Cuando el encargado del banquete probó el agua hecha vino, […] llamó al esposo y le dijo: […] «Tú has reservado el buen vino hasta ahora».
Juan 2: 1-11
Antes de lo previsto se acabó el vino en el modesto banquete de bodas. No queda bebida en la despensa y empieza faltar en las mesas. Y sin bebida, se acabó la fiesta. La familia tiembla ante la vergüenza que se avecina. Porque en la Palestina del siglo I, despedir a los invitados con sed es una ofensa inaceptable. La fiesta amenaza con terminar en catástrofe.
En toda vida humana puede ocurrir en cualquier momento que algo esencial se acabe: salud, trabajo, dinero o amor. Como los víveres de toda despensa, nuestras provisiones de felicidad también se agotan si no se reponen constantemente.
Este relato revela dos importantes secretos que permitieron a aquellos recién casados superar su problema. El primero lo desvela el narrador de esta historia, el evangelista Juan, testigo ocular del evento: los novios habían invitado a Jesús, y así recibieron las grandes bendiciones que aportó su presencia. Cuando aquel que es amor es huésped permanente de nuestra vida, allí está para generar amor y felicidad hasta en las circunstancias más adversas.
El segundo secreto lo comunica María a los que servían: «Haced lo que Jesús os diga». Consigna insuperable para situaciones de emergencia. Porque cuando estamos dispuestos a hacer lo que dice Jesús, no estamos lejos de solucionar nuestros problemas. Jesús aporta al banquete seis enormes tinajas de mosto recién exprimido de calidad insuperable. La fiesta puede seguir: sobrará bebida para todos.
Al bendecir a aquella pareja de modo tan generoso, Jesús muestra su voluntad de hacernos felices. No solo en el más allá, sino también aquí y ahora. Sabe que necesitamos más amor del que merecemos y desea bendecirnos más allá de nuestras expectativas. Su creatividad siempre nos sorprende. Cuando las reservas de nuestras tinajas parecen agotarse, si acudimos a Dios, él puede llenarlas hasta que rebosen.
Señor, hoy necesito tu ayuda: llena el vacío de mis tinajas para que pueda compartir con quienes necesitan mi ayuda.