He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
Lucas 1:38, RV1960
El pasaje de Lucas 1:38 nos transporta a un momento crucial en la historia de la redención. María, una joven judía de Nazaret, se encuentra cara a cara con una noticia sobrenatural: sería la madre del Mesías prometido.
Históricamente, el contexto de este evento es crucial. Israel estaba bajo el dominio del Imperio Romano y anhelaba la llegada del Mesías prometido en las Escrituras. Nazaret, una pequeña aldea en Galilea, no era conocida por su importancia política o religiosa. Sin embargo, fue allí donde el ángel Gabriel se le apareció a María con un mensaje divino.
Cuando el ángel le revela el plan de Dios, María responde con humildad y fe inquebrantable: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Lucas 1:38, RV1960). En esta simple oración, María no solo acepta el papel que desempeñará en la historia de la salvación, sino que también demuestra su disposición a someterse a la voluntad de Dios, sin importar las implicaciones.
María comprende el alcance de su respuesta. Ser la madre del Mesías no solo traería honor; también desafíos y sacrificios inimaginables. Sin embargo, su confianza en Dios y su disposición a ser una sierva revelan una fe profunda arraigada en el plan divino.
Este «sí» de María cambió el curso de la historia. El niño que llevaría en su vientre sería el Salvador del mundo, el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel y a toda la humanidad.
La respuesta de María nos enseña una lección atemporal sobre la fe y la sumisión a Dios. A menudo, nos enfrentamos a situaciones en las que no podemos comprender completamente el plan de Dios, pero como María, podemos confiar en su soberanía y amor.
Oración: Dios de maravillas y promesas cumplidas: gracias por la humilde valiente respuesta de María.