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Lo que Dios unió no lo separe el hombre

Él, Respondiendo, Les Dijo; ¿No Habéis Leído que el que los hizo al principio, hombre y mujer los hizo, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos Serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.

Mateo 19: 4-6

El 25 de agosto del año 2018 mi esposa y yo celebramos, junto a nuestros queridos hijos y nietos, cincuenta años de casados. Nuestros hijos bromearon amenazándonos con que, si seguíamos así, pronto nos iban a proponer para los Guinness Récords.

La verdad es que, en nuestros días, superar cincuenta años de matrimonio no es frecuente. Medio siglo de casados más bien felices requiere superar juntos numerosos obstáculos. Como me decía un amigo muy bromista, sobrevivir a la prueba del tiempo durante esos años significa que hemos aprendido entre los dos a solucionar problemas que nunca hubieran surgido, ¡de no habernos casado!

Ahora en serio, superar la prueba del tiempo en pareja es haber aprendido a llorar y a reír juntos, a practicar el perdón y a querer la reconciliación. Porque si hemos llegado hasta aquí es porque tenemos la clave para mantener vivo nuestro amor. Y es ser conscientes de que «lo que Dios unió» no debe separarlo nadie. Que el verdadero amor, que es el de Dios, es el único capaz de unirnos con lazos más fuertes que los del más legal certificado de matrimonio. En este caso, el matrimonio es, realmente, «la carta de amor certificada» (Ramón Gómez de la Serna, Greguerías. Madrid: Cátedra, 1982, pág. 168).

En estos años hemos aprendido que la vida tiene muchas cosas buenas que merecen ser disfrutadas en pareja. Y que el proyecto inicial de Dios, que no era la soledad (Gén. 2: 18-23) sino la vida compartida en una alianza respetada por ambas partes (vers. 24), sigue siendo válido. Porque en contra de lo que se escucha por ahí, el verdadero amor no tiene final feliz, porque el amor verdadero no termina nunca.

Así que, querido lector, no importa cuántos años llevas casado/a, viudo/a, separado/a, divorciado/a o soltero/a, deseo que la bendición de Dios te acompañe hoy el resto de tu vida.

Y te invito a orar conmigo:

Señor, tú que nos creaste para ser siempre felices, ayúdame hoy de un modo especial a aprender a asumir con realismo la condición en la que me encuentro ahora, sabiendo que un día me darás por fin la felicidad plena que siempre quisiste para mí.