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¿Hablar de Jesús?

Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús, hijo de José, de Nazaret». Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Respondió Felipe: «Ven y ve».

Juan 1: 45-46

Para hacer nuestra parte en la misión de ser testigos de Cristo, lo que decimos es que importante. Pero a veces no hace falta decir mucho para ser un buen discípulo. Una ancianita ciega de la Iglesia de Alenza (Madrid), muy conocida cuando éramos jóvenes, tenía un método para compartir su fe que requería muy pocas palabras. Cada vez que había alguna actividad de interés para el público en la iglesia a la que pertenecía (conciertos, reuniones de jóvenes o conferencias), llevaba una Biblia o una revista y se sentaba en el extremo de un banco de una gran avenida muy concurrida, cercana a la iglesia.

Cuando percibía que alguien se sentaba en el otro extremo del banco, entablaba conversación y si encontraba una buena acogida, le pedía a la persona si le podía leer un párrafo de un texto que ella tenía muy bien escogido. Si notaba interés, entonces le preguntaba a la persona si no le era una molestia acompañarla hasta la puerta de la iglesia para poder asistir al evento de ese día. Una vez allí, invitaba amablemente a su guía a entrar y escuchar con ella.

Así promovió el interés por el evangelio y llevó a numerosas personas a su iglesia, la mayoría jóvenes.

Aunque lo más frecuente es no decir nada, algunos cristianos hablan demasiado de Jesús. Les parece que cuanto más digan sobre él, mejor estarán compartiendo su mensaje. Compartir nuestra experiencia de salvación con otros está muy bien. Forma parte de nuestra misión de ser testigos de Cristo (Hech. 1: 8). Pero, además de que «hablar» no es suficiente, me parece que a veces hay alternativas. La ancianita de la iglesia de Alenza había encontrado una fórmula mejor para ella.

«Evangelizar» es acercar a alguien a Jesús, ponerlo en contacto con él, como hizo Felipe con Natanael, con muy pocas palabras: «Ven y ve». Nuestros contemporáneos están saturados de palabras, de imágenes, de información. Pero, a la vez, sienten una enorme necesidad de afecto, de relaciones humanas impregnadas de autenticidad y de amor. Necesitan encontrar a Cristo a través nuestro.

¿Hablar de Jesús? Por supuesto. Pero a veces es mejor callar y atraer hacia él, dejando que hable el amor.

Dame, Señor, la sabiduría que necesito para acercar a otros a ti.