Era un lunes por la tarde cuando mi teléfono anunció la llamada de un número desconocido. Del otro lado, sonó
Si pudieras adentrarte por el río Maici en la selva amazónica, tal vez llegarías a ver a los casi doscientos
«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, pues él dijo: «No te desamparare ni te dejare»»