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Desiertos

Que se alegre el desierto, […] que produzca flores como el lirio, que se llene de gozo y alegría, Isaías 35: 2.

Los desiertos son interesantes. Se puede aprender mucho al observar la naturaleza en los desiertos. E.G. White, al describir las consecuencias del diluvio en su libro Patriarcas y profetas, escribió: «Donde habían estado los tesoros más valiosos de oro, plata y piedras preciosas, se veían las señales mayores de la maldición» (pág. 99). ¿Se habrá referido a los vastos desiertos del planeta Tierra? Yo creo que sí.

En las arenas de los desiertos hay millones de semillitas que nada hacen. Algunas esperan durante años en la tierra, hasta que tienen las condiciones correctas para crecer. Cuando llueve y las semillas obtienen la humedad que necesitan para brotar, el suelo del desierto se transforma con la alegría de las plantas y las flores.

Sabemos que algunos animales hacen sus madrigueras en el suelo arenoso para escapar del calor, y en cierto modo, algunas plantas hacen lo mismo. Por ejemplo, la planta piedra viva, nativa del suroeste de África. Crece bajo la arena; una parte de las hojas sobresale del suelo. Estas porciones se llaman «ventanas», porque reciben la luz del sol. La planta debe perder la menor cantidad de agua posible, y vivir casi completamente bajo arena la ayuda a lograrlo. De hecho, la reducción de la pérdida de agua es característica de la mayoría de las plantas desérticas.

Las plantas que sobreviven en el desierto se han adaptado tan bien a su situación, que la pérdida de agua es mínima. Algunas plantas tienen una superficie sedosa que las ayuda a retener el agua. Otras tienen matas densas de pelos plateados que reflejan el sol, para reducir la evaporación. Cuando el agua escasea, algunas plantas tiran sus hojas, para que ya no necesiten tanta agua. Cuando llega la lluvia, las hojas crecen de nuevo. Con humedad y lluvia, el desierto florece maravillosamente.

Dios espera el momento en que pueda ver su mundo florecer por completo una vez más. También quiere que florezcamos para él espiritualmente. Pide a Dios que te ayude a florecer en tu cristianismo hoy, y pídele que venga pronto para que puedas ver su nueva tierra próspera y colorida.

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Un Planeta Increíble – Charles C. Case