«Las palabras del necio son su propia ruina; con sus labios se echa la soga al cuello” (Proverbios 18:7).
El pueblo de Israel tuvo veinte reyes y el pueblo de Judá también tuvo veinte reyes. La gran mayoría hizo lo malo y muy pocos a hicieron lo bueno.
Durante los años 874 al 853 antes de Cristo, Ben-hadad, rey de Siria, y su pueblo estaban muy preocupados porque los israelitas iban a atacar su ciudad. Ellos sabían que Dios les daba la victoria en cada batalla. Entonces decidieron vestirse con ropas ásperas, viejas y atarse una soga al cuello para que el rey de Israel, Acab, les tuviera lástima y les perdonara la vida. Y, ¿sabes lo que pasó? ¡Se salvaron! Quizá te sorprenda, pero la respuesta del rey de Israel no fue la más acertada, porque estos pueblos eran idolatras, adoraban a otros dioses.
Este rey de Israel, Acab, hizo y dijo muchas cosas que lo llevaron a la ruina. La Biblia dice: «Las palabras del necio son su propia ruina; con sus labios se echa la soga al cuello” (Proverbios 18:7). Pide a Dios que te ayude a hacer y decir lo correcto y justo.
Desafío: Pide perdón en el día de hoy a todas las personas a las que les has hecho daño con tus palabras y ora a Dios para que te ayude a no volver a hacerlo.
Lee más en la Biblia, [1 Reyes 20].
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Preguntas Grandes y Pequeñas –Stella Romero