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Sacrificada

Lecturas devocionales para Mujeres 2019

Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.

Jueces 11:30, 31.

Jefté, uno de los líderes más emblemáticos de la historia de Israel, empezó desde muy abajo, pero llegó a la cumbre que Dios tiene reservada para los valientes. La Biblia es escueta, pero sumamente gráfica: “Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera” (Jueces 11:1). Y sus hermanos lo desheredaron por bastardo (vers. 2).

El líder de Israel no había nacido en cuna de oro, pero supo guiarse por Dios para dejar atrás la soledad y la barbarie del exilio. En el momento menos pensado de su vida se le concedió la máxima responsabilidad: guiar a Israel en la batalla contra los amonitas. Por haber vivido como pagano entre paganos, Jefté quizá pensó que podía mover la voluntad de Dios mediante una promesa. Pero la voluntad de Dios no se mueve por promesas de buenas obras. “El Espíritu de Jehová” estaba con él (vers. 29), no necesitaba prometer nada, pero prometió ofrecerle a Dios al primero que lo recibiera al volver victorioso.

Cuando Jefté volvió a Mizpa, a su casa, su hija salió a recibirlo con panderos y danzas (vers. 34). Ella era todo lo que él tenía. “Y cuando él la vio, rasgó sus vestidos, diciendo: -¡Ay, hija mía!, en verdad que me has afligido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado mi palabra a Jehová y no podré retractarme» (vers. 35, RV95). El capítulo termina con la hija de Jefté llorando su virginidad. Esto significa que la hija de Jefté no se casó. No tendría descendencia, la peor maldición en el Antiguo Testamento.

No necesitamos prometer nada a Jesús, ni sacrificarnos en el altar de ningún hombre, aunque ese hombre sea nuestro padre, hermano o esposo. Somos propiedad de Jesús. Él es nuestro Sacrificio. Somos dignas, libres, salvas en él; listas para servir a la humanidad, y aun a los hombres más cercanos, pero en libertad y amor. Jamás porque seamos propiedad de alguien.

Si eres madre, enseña esta verdad a tus hijas y a tus hijos, para que la transmitan a las siguientes generaciones. – FB

Lecturas Devocionales Para la Mujer 2019
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