Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.
Proverbios 1:8, 9.
Los sirios habían sostenido con Israel una guerra constante en las fronteras; y en una de sus incursiones se habían llevado a una niña, a la cual le tocó, en la tierra de su cautiverio, servir «a la mujer de Naamán». Aunque esclava, y muy lejos de su hogar, esa niña fue uno de los testigos de Dios, y cumplió inconscientemente el propósito para el cual Dios había escogido a Israel como su pueblo…
La conducta de la niña cautiva en aquel hogar pagano constituye un testimonio categórico del poder que tiene la primera educación recibida en el hogar. No hay cometido mayor que el que ha sido confiado a los padres en lo que se refiere al cuidado y la educación de sus hijos. Los padres echan los fundamentos mismos de los hábitos y del carácter. Su ejemplo y enseñanza son lo que decide mayormente la vida futura de sus hijos.
Felices son los padres cuya vida constituye un reflejo tan fiel de lo divino, que las promesas y las órdenes de Dios despiertan en el niño gratitud y reverencia; los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpretan para el niño el amor, la justicia y la longanimidad de Dios; los padres que, al enseñar al niño a amarlos, confiar en ellos y obedecerles, le enseñan a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que imparten al niño un don tal le dotan de un tesoro más precioso que las riquezas de todos los siglos, un tesoro tan perdurable como la eternidad.
No sabemos en qué ramo de actividad serán llamados a servir nuestros hijos… Pero todos por igual son llamados a ser misioneros para Dios, dispensadores de misericordia para el mundo. Han de obtener una educación que les ayudará a mantenerse de parte de Cristo para servirle con abnegación.
Mientras los padres de aquella niña hebrea le enseñaban acerca de Dios, no sabían cuál sería su destino. Pero fueron fieles a su cometido; y en la casa del capitán del ejército sirio, su hija testificó por el Dios a quien había aprendido a honrar. -Elena G. de White, PR, 184, 185
Lecturas Devocionales Para la Mujer
2019
Hijas del Rey – Diane Aguirre