No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener.
Romanos 12:3.
Hay personas que tienen el complejo de globo. Con un ego muy inflado, procuran elevarse por encima de las demás, pretendiendo ser admiradas.
La mujer de nuestra historia tuvo ese complejo. Berenice era reina en Israel en tiempos del Imperio Romano, pero no fue una mujer virtuosa. Por ello su ejemplo no es digno de imitación.
La Biblia dice que cuando iba a examinar el caso del apóstol Pablo, el rey Agripa junto con su hermana Berenice, entraron en la corte con gran pompa, queriendo resaltar por encima de todos los que allí se encontraban (ver Hechos 25:23). Imagino a Berenice entrando en la sala, mirando a todos hasta con desprecio, por considerarlos inferiores. ¡Qué extravagancia!
Pero así como hay personas como Berenice, hay también las que se consideran de muy poca valía, que andan llorando por los rincones de la vida, no permitiéndose ni permitiendo a otros ser felices. Teniéndolo todo o casi todo, se quejan constantemente. Viven llorando sus desgracias y enfocan su atención y sus energías en esto como un medio para perpetuar un supuesto sufrimiento, a fin de llamar la atención.
Ambos grupos adolecen de un trastorno de personalidad caracterizado por una estima propia muy baja, lo que las lleva a querer ser el centro de la escena. Esto las pone en una situación muy vulnerable, pues al mirar solo hacia adentro, Satanás se vale de ello para tornarlas egoístas. Siempre están a la defensiva y justifican su conducta. Terminan recogiendo las espinas y los cardos de la vida.
Si ese es tu caso, tengo buenas noticias para ti. ¡No todo está perdido! Con la ayuda de Dios se puede salir de ese abismo. Puede requerirse de ayuda profesional, y no dudes en solicitarla, pero asegúrate de que sea un hijo o una hija de Dios quien te asesore.
Haz de Cristo el centro de tu vida. Ora; estudia su Palabra; pasa tiempo a solas con él; permite que él participe en cada decisión. Extiende tu círculo de amistades e incluye a todos sin excepción, conforme al ejemplo de Jesús, amándolos y sirviéndolos. Déjate amar y aprende a amar, y verás que la vida merece ser vivida a la altura correcta, ni más arriba ni más abajo sino donde Jesús te ubicó. ¡Comienza hoy! -AR