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Nutrición y salud espiritual

Reflexiones Matutinas

A principios del siglo XIX un hombre irlandés gano un boleto de barco hacia América. El hombre estaba consiente que el viaje duraría varias semanas y la travesía iba a ser larga y hasta por momentos tediosa, sabía que tenía que prepararse en todos los sentidos.

Los recursos económicos con que contaba eran muy pocos y limitados. Con el poco dinero que logro reunir días antes de partir compro suficiente pan y queso para no parecer hambre dentro del barco. La fecha que partiría llego, y el hombre con su maleta se presentó al muelle donde partiría el barco y subió a él.

Ya dentro del barco se le fue entregada la habitación donde pasaría todo el tiempo que duraría el largo viaje, aquel hombre temeroso de ocasionar algún gasto financiero extra opto por pasar enserado en la habitación, descansando o comiendo, bajo la  única alimentación de aquel queso y el pan que días antes había comprado.

Al tener varios días de navegación y estar cerca la llegada de arribó a América, se le termino el queso y el pan. Con un poco dinero extra que llevaba consigo, decidió ir a comprar más pan a la cocina del barco. Al llegar ahí uno de los meseros lo atendió, el hombre le pidió pan y cuanto se disponía a cancelarle el mesero muy cortésmente se le acercó y le dijo: No es necesario señor, su boleto le incluye la alimentación durante todo el viaje.

“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.”

Juan 15:7

Pareciera irónica la situación que este hombre paso dentro del barco, el limitar su alimentación y poner en riesgo su salud por desconocer todo lo que incluía el boleto. De igual forma como cristianos podemos caer en la misma situación al desconocer las múltiples promesas que Dios nos ha dado al ser llamados sus hijos.

Él ha prometido estar a tu lado cada día de tu vida, él ha prometido no dejarte ni abandonarte, él ha prometido sanar tus enfermedades, y seria extenso el listado de promesas que él nos ha dado. Pero puede ser que no lo hayas experimentado aun, porque como Jesús lo dijo   “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre”, no hemos recibido aún porque no hemos pedido a Dios todo aquello que él está dispuesto a darnos y nos encontramos comiendo un alimento espiritual muy limitado el cual no nutre nuestras fe y flaquea constantemente.

Ahora puedes examinar si estas nutriendo tu fe con la lectura de su palabra y refrescándola cada día con la oración para poder gozar de sus promesas al momento de pedirlas.

Él nos ha dado su promesa: “pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”

Por Reflexiones Matutinas