Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
Hechos 5:29
Israel ha sufrido persecución en todas las edades, pero Dios lo ha preservado. Cuando José, el hijo de Jacob, prosperó en Egipto, trajo a su familia, y ahí prosperaron y se multiplicaron. Después de la muerte de José, el nuevo faraón no reconoció sus valiosas contribuciones al reino, y maltrató a esa familia que por ser tan numerosa era ya un pueblo. Los esclavizó y los obligó a trabajar largas jornadas, y a producir en exceso, aunque algunos fueran ya viejos o estuvieran enfermos.
Un día el faraón observó que el pueblo hebreo era ya muy numeroso y temió que un día reaccionaran contra el maltrato y se rebelaran; así que decidió disminuir su número. Mandó traer a Sifra y Fúa, las parteras de las mujeres del pueblo de Israel (Éxodo 1:15), y les ordenó que mataran a los varoncitos que nacieran. ¡Qué monstruosa orden! Las parteras salieron del palacio cargando un gran dilema: Obedecer al faraón o salvar a los niños.
Pronto fueron llamadas a realizar su trabajo. Fueron a atender a las parturientas hebreas, pero ni un solo niño murió por su causa.
Cierto día el faraón mandó a llamar a las parteras y les preguntó por qué no cumplían con su orden. Ellas dijeron que las israelitas no eran como las egipcias, sino que eran fuertes, y cuando llegaban a atenderlas ya habían dado a luz. El plan del faraón se frustró. El pueblo de Dios estaba siendo preservado y protegido.
También nosotros vivimos en una tierra donde priva la esclavitud, y tenemos un enemigo que anda como león rugiente buscando como devorarnos; pero Dios tiene agentes que velan por nosotros, tal y como estas mujeres que preservaron la vida de los niños del pueblo de Dios.
La Biblia menciona a estas damas en un solo pasaje; aun así, no pasan inadvertidas para Dios, pues fueron recompensadas (ver Éxodo 1:20).
Hay en la vida dilemas que no podemos eludir. La primera opción es obedecer a Dios, la segunda, obedecer al hombre. Esta historia nos dice que obedecer a Dios es lo correcto y tiene buena remuneración. Que tu decisión sea hoy obedecer a Dios antes que a los hombres, y que un día puedas escuchar las palabras: “Bien, buena sierva mía, entra en el gozo de tu Señor”. -BR